Les dejo este hermoso articulo del Tat Ajq’ij Apab’yan Tew quien nos hace una reflexión seria y profunda.
Esperamos que les guste y que este articulo sirva para conocer realmente que es para nosotros una fiesta.
Saludos
Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala
Oxlajuj B’aq’tun Perspectiva de una construcción antigua con los cimientos intactos.
Una construcción antigua con los cimientos intactos y la fachada
colapsada. Pienso, ahora que uso esta analogía, en un arqueólogo que, haciendo
exploraciones, ha encontrado algunas piedras sueltas y algunas otras piedras,
debajo de las primeras, con cierto orden y un posible, quizá predispuesto,
sentido. Ese arqueólogo -casi cualquier arqueólogo-, entrará en profunda
curiosidad. Quizá, de buenas a primeras, quizá, a la brava, intentará hacer el
primer estudio, el primer trazo, el primer reporte. Subirá a la red el primer
video. ¿Qué estará pensando él o ella, cuando descubre que, efectivamente, bajo
los escombros hay un orden primordial?
Salto entre posibilidades. ¿Qué sucede si, en el hipotético caso
antes descrito, ese arqueólogo o arqueóloga, también ‘descubre’ que los
descendientes de los primeros constructores ‘aún’ viven en los alrededores?
¿Sabrán ellas, ellos, algo del propósito original? ¿Convendrá preguntarles?
¿Qué o cómo se les ha de preguntar? ¿Se les debe preguntar del todo?
No, no se puede saber qué piensa o asevera el ‘primer’
descubridor. Podría ser cualquier cosa, mejor no lo preguntemos de nuevo. No es
nuestro caso.
¿Qué pensamos, qué sabemos, nosotros Mayaib’ winaq, del legado
de nuestros abuelos?
¿Sabemos quiénes somos o sólo nos reconocemos a partir de lo que
se nos ha dicho que somos?
¿Sabemos colectivamente, de verdad, el sentido de los actos y
pensamientos de nuestros
abuelos?
No, no lo creo, estamos muy divididos. Quizá algunos puedan dar
algunas respuestas, quizá también, algunos sepan muchas respuestas pero no
quieran hablar. Quizá, otros tantos, ni siquiera estén interesados en todo tipo
de legado de la antigüedad profunda. Quizá, ¿por qué no?, unos pocos lo sepan
todo.
No, no se puede saber qué piensa o asevera el ‘primer’ descubridor.
Podría ser cualquier cosa, mejor no lo preguntemos de nuevo. No es nuestro
caso.
¿Qué pensamos, qué sabemos, nosotros Mayaib’ winaq, del legado de
nuestros abuelos?
¿Sabemos quiénes somos o sólo nos reconocemos a partir de lo que se nos
ha dicho que somos?
¿Sabemos colectivamente, de verdad, el sentido de los actos y
pensamientos de nuestros
abuelos?
No, no lo creo, estamos muy divididos. Quizá algunos puedan dar algunas
respuestas, quizá también, algunos sepan muchas respuestas pero no quieran
hablar. Quizá, otros tantos, ni siquiera estén interesados en todo tipo de
legado de la antigüedad profunda. Quizá, ¿por qué no?, unos pocos lo sepan todo.
No, no se necesita un punto hito para fundar o fundamentar nuevos
significados, constantes significados o retransmitidos, antiguos sentires, de
un propósito consecuente. ¿No acaso, ya somos Mayaib’ winaq? Siempre lo hemos
sido. ¿De verdad necesitamos al Oxlajuj B’aq’tun para encender una nueva flama
de identidad? También nosotros, fraccionados, podríamos pensar y aseverar o
pensar y mentir sobre cualquier cosa, ¿no es así?
Ya, muchas preguntas.
Otra constante, una no nuestra. Los investigadores del orbe occidental
han considerado, sobre la base de sus indagaciones, de diverso tipo y
metodología, que el uso de la cuenta larga es una medición muerta hace siglos;
ellos, ellas, dicen que, por virtud del desciframiento de las inscripciones, es
que sabemos algo de ella. Opino que están en lo correcto. Cierto. Su trabajo no
es lo de menos, no es poca cosa, no se debe ignorar. Tiene su propia tradición.
La fachada está caída, se puede, se querrá rehacer. Unos siguen ciertos
procesos de reconstrucción, si acaso el punto es, quererlo así. Otros, en otra
perspectiva, tal vez quisieran que se deje tal como esta. Unos y otros, unas y
otras argumentarán posibilidades. Al final, una decisión o una serie de
decisiones, se tomarán en virtud de ciertas necesidades de exposición. En un
caso, los cimientos ya no serán visibles, aquellos cimientos que resistieron,
quizá no se vean más y ahora, sólo se admire una fachada de artificio y,
entonces, se tome la foto inaugural. En el otro caso, sólo tal vez, se
determinará qué tanto es constante y qué tanto, piedra sobre piedra, podrá
resistir nuevos retos, capacidades y posibilidades.
Me retraigo en consideración a tanta pregunta. ¿Nosotros, Mayaib’ winaq,
qué exposición queremos de nosotros?, ¿queremos un artificio?, ¿sabremos cómo
reconstruir nuestro cimiento?, ¿qué decidiremos ya?
La Palabra de nuestras abuelas y abuelos es una cimentación que ha
resistido muchas pruebas y, debe ahora, resistir el empuje de consideraciones,
intereses y utilidades ajenas a nosotros. La ‘cuenta larga’, el Oxlajuj
B’aq’tun, no es la excepción.
Todo Ajq'ij, todo guía espiritual Maya, puede entender que aquellos
conteos, rescatados de la resistencia de la piedra al olvido, son como letra
muerta, pero también, todo Ajq'ij sabe que los conteos no son sólo conteos y
que el discurrir del tiempo puede volver a tener sentido. Eso es ciencia Maya,
nuestra fortaleza. Somos los herederos.
Quizá, abusando de un entonces, un tal vez, nosotros desde acá, en la
piedra sobre piedra que resistió, podríamos ahora decir, que sólo es la lectura
y la locura occidental lo que nos ha empujado a pensar que el Oxlajuj B’aq’tun
está ya sin contexto y sin utilidad. Se nos ha empujado a pensar distinto y,
algunos entre nosotros, fragmentos de un presente pasivo, han contribuido a
aceptarlo y, aún a escribirlo. Afirmo aparte:
Todo Ajq’ij, elemento de resistencia y persistencia, así sea ella o él
un pequeño nodo en una interrelación de posibilidades, sabe, más allá de todo
cuánto se diga, que el sentido del tiempo continuó entre nosotros. Queda en
nosotros la reconstrucción. Somos los herederos de otra ciencia, nuestra
ciencia, nuestra tradición.
Somos los herederos.
Nada, nadie nos puede arrebatar lo que queremos ser desde un orden
primordial.
© Ajq’ij Apab’yan Tew
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