Amigos y Hermanos:
Les comparto este maravilloso articulo del un hermano
que en la diáspora: vive, convive y práctica
la Espiritualidad Maya.
Nos hemos conocido virtualmente por la magia de
Facebook, y platicando hemos platicado de infinidad de cosas. Cuándo le pregunté por qué confiaba en mí sin conocerme me dijo: Nosotros los Ajq’ij tenemos forma de saber si alguien es
de fiar, y usted lo es.
Supe de esta manera que el Tata Alberto no solo tenía
un gran corazón, sino que además confiaba en el Sagrado Fuego y el Sagrado T’zité para su misión como guía espiritual y en la vida cotidiana. Les comparto este articulo en donde nos cuenta la
forma en que se convirtió en Ajq’ij siendo un centroamericano costarricense.
Espero que les guste la lectura tanto como a mí.
Julio Menchú
Ajq’ij Maya K’iche’
Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala.
Tierra de Maíz
Alberto Alpízar
Ajq’ij
Heredia, mayo 2012.
Guatemala en la
visión de mis días, estaba escrita en las páginas del libro sagrado, el
contenido de los textos lo fui descifrando lentamente por medio de
acontecimientos que el abuelo B’atz´ fue tejiendo en los telares de mi tiempo.
Desde lo alto en la
ventanilla del avión pude observar como el monumental volcán de pacaya expelía
cenizas y humo que lentamente se iban expandiendo a través del aire en un
espectáculo singularmente hermoso e inquietante; el palpitar de la tierra, un
llamado a mi despertar, aquella mañana
en que llegaba por primera vez a Guatemala.
Había sido invitado
por amigos a celebrar el 15 de setiembre, “el día de nuestra independencia”, en
Quetzaltenango, pretexto que me sirvió para tomarme unos días libres y salir a
respirar otro aire.
Los colores, la gente, la algarabía en las calles,
aquel olor que llegaba desde algún sitio
oculto… la magia había empezado. Ese conocimiento ancestral que se había
guardado por generaciones estaba hablándome a través de las gentes, por medio
de este pueblo grande.
Don Carlos el Ajq’ij
a quien me habían llevado a conocer, me invitó a sentarme junto a él, era
pequeño, ágil, de mirada penetrante y al mismo tiempo dulce, mostraba una gran
sonrisa.
-
Éste es tu nahual
–dijo- no se lo digas a nadie. tú tienes destino, puedes ser Ajq’ij como yo.
Estuvimos esa tarde
hablando durante un largo rato, conocía mi vida, conocía mis secretos… quedamos
de vernos a la mañana siguiente, había que poner una Ofrenda en algún lugar
sagrado, debía ser presentado ante el fuego, ante los nahuales.
A las 6:00 am en
punto empezamos a subir la montaña, alrededor nuestro las siembras formaba un
hermoso tapete sobre los cerros, en donde sobresalía I’xim (el sagrado maíz).
A media mañana
llegamos al altar, llovía… extasiado
contemplaba como don Carlos iba
dibujando con azúcar un complejo diseño
en la tierra, mismo que se iba haciendo casi invisible al contacto con el agua,
luego vino el pom, el ocote, las hierbas, la canela, los puros, flores,
candelas de colores, incienso, chocolates, semillas de cacao, ajonjolí, miel de
abeja, caramelos, agua ardiente… ¡toda una fiesta de aroma y dulzura!
Seguía lloviendo, sin
embargo el fuego que tímidamente salía de aquellas pequeñas candelas se hacía
cada vez más fuerte y esa mañana, no se apagó. escuché invocaciones, palabras
desconocidas, dichas en su antiguo idioma, palabras que parecían ejercer efecto
sobre las energías que se movían, más bien danzaban en aquellas llamas, creando
remolinos de fuego que giraban, parecía como si quisieran comunicar algo, y no
lo pude evitar, fue súbito, me “conecté”… con el gran espíritu, el latir de la
tierra me comenzó a hablar.
Luego de realizar este viaje, y de regreso a mi suelo algo que había estado dormido en
mi por mucho tiempo había despertado. En los días siguientes se fueron
sucediendo en mi los cambios, una necesaria fuerza se fue suscitando. Una
necesidad de conocimiento me fue llamando a la cercanía con los elementos.
No volví a saber de
don Carlos, pasó algún tiempo, pero yo seguía inquieto, quería conocer más, yo
quería estar de nuevo ante aquel fuego, y el Ajaw lo permitió.
-
hoy empieza usted su
camino de conocimiento, es un camino grande y se va a encontrar de todo, sea
sensato y recuerde que debemos transitar por la luz, yo decidí entregarle su
mesa, pues es su responsabilidad servir a los demás, es lo que quieren los
abuelos -. así me habló don mario aquella mañana de 8 B’atz´.
Habían pasado casi 3
años desde la primera vez, y recorría el sendero del fuego sagrado, atento, con
los sentidos despiertos. Los cerros fueron testigos de mi andar, los volcanes
observaban silenciosos como pasaban los días, como era presentado ante los
nahuales, uno por uno. Vi como extendía sus alas el Tz´ikin, y como su mirada
sobrepasaba el horizonte, allá, mucho más allá.
Cada uno me habló,
cada uno me dijo y mi maestro me guió por cada uno de ellos, hasta que llegamos
al final .y fue en Tak´alik A´baj donde
quedó mi antigua vida, había mudado de piel como el Kan.
Don mario había
aparecido meses atrás, lo conocí en mi
casa, venía de visita y se quedó con nosotros unos días, después de leerme los
nahuales me convenció de regresar a Guatemala,
me hospedaría en su casa y él se convertiría en mi maestro, y no sólo eso
también en parte mi familia.
Estando con ellos fue
acercándose otra gente, quienes hoy conforman un hermoso grupo de amigos,
muchos de ellos Ajq’ij, como yo.
Finalmente en agosto
del 2010 fue “asentada” mi mesa en mi casa en Heredia, una ceremonia grande con
amigos, a partir de ahí el camino a sido en solitario.
Poco a poco va
apareciendo la gente que se siente atraída y que quiere saber sobre la práctica
de la espiritualidad maya tradicional. Tristemente observo como muchos se
dejan llevar por la des- información que
nefastamente se ha colado en los medios, pero el conocimiento está vivo y hoy
por hoy somos bastantes quienes desde afuera del territorio maya, luchamos por
educar a nuestra gente con respeto y cariño, manteniendo la sabiduría que se
nos ha heredado.
Falta poco, solo unos
días, preparo los últimos detalles, con anticipación pedí permiso, este año es
especial, es mediodía y el sol calienta el suelo todavía húmedo tras el
aguacero de anoche, algunos pájaros cantan mientras un camión que pasa
rápidamente rompe el silencio que tanto me gusta, pero no importa estoy feliz
pronto estaré en I’ximulew.
Me parece maravilloso, inquietante y en partes siento como si fuera yo el que narra, tuve una experiencia con con fuego sagrado y siento una gran atracción y necesidad de participar de nuevo, lastimosamente estando en la capital y teniendo un trabajo de lunes a sabado a veces me hace díficil conocer a otras personas con las que pueda compartir y pedir ayuda.
ResponderEliminarExcelente Blog llena mi corazón de tristeza y de alegría, felicidades maestro, mil gracias.
Bayron Chocochic