Espiritualidad Maya de Guatemala

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Bienvenid@s a este espacio para Crecer

¡En verdad os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos; sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tierra. Os damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh Creador y Formador!, por habernos dado el ser, ¡oh abuela nuestra! ¡Oh nuestro abuelo!, dijeron dando las gracias por su creación y formación.

Popol Wuj

Las opiniones vertidas son responsabilidad de los autores.


miércoles, 20 de junio de 2012

EN BUSCA DE LA HIJA DEL JADE Fragmento


Amigas y amigos:
Les presentamos la obra de RUDY HAROLDO PEREZ GARCIA, gestor cultural y que entre sus pasiones está el  componer y escribir cuentos, novelas y artículos además de canciones.
 Actualmente está terminando su obra LA HIJA DEL JADE,  en donde escribe y resalta los valores espirituales indígenas a través de un tema que puede interesarles a los jóvenes.

Espero que les guste este extracto de la misma, además de agradecer la confianza que nos tuvo para publicarla en nuestro blog.

Que disfruten la lectura.

Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala



EN BUSCA DE LA HIJA DEL JADE
Fragmento

La mirada sincera del sol se proyectaba en las aguas negras del río. Río y sol bañaban y secaban los pies de la montaña encantada en el verano, pues eran un claroscuro similar al pensamiento de los campesinos sobre la futura siembra antes del invierno.

Cuentan que la montaña estaba poseída por un misterio desde generaciones pasadas. Aunque ahora “los de arriba” le construyeron una arteria de concreto, aún fluye la Leyenda del “Cerro Vivo” en su sangre de clorofila. Extraño que alguien, busque en su portal mágico la fama y fortuna, aunque sus entrañas, según dicen,  todavía esconden amor y dinero.

Hoy como tantos niños, los cortos años   dirigen a José y María a la escuela. La mañana es de ellos y de sus sueños para el recreo. Sus risas se olvidan de la contaminación y la indiferencia, pero no dejan de opacarse con la actitud de las moscas que pululan también sonriendo, en un hábitat que existe hace    algunas tristes generaciones. A ellos los esperan escuelitas uniformadas sin deportes, pues cuatro piedras como porterías, servirán para jugar la chamusca de futbol con un balón improvisado. En forma de golondrinas, sus padres un día los verán partir y buscarán como tantos, mejores oportunidades. Todavía la adolescencia tendrá regreso a casa. Cuando se sientan mayores dejarán una lágrima en  seres que los aman. La luna y el sol serán  confidentes de una renuncia a su cultura. Un traje formal o uno casual, amenaza a María y su corte autóctono, mientras José ya no es el de sombrero…pues ahora su protección al sol será un reproductor con audífonos, que atraviese los pensamientos con música de vanguardia…Para ambos el tun y la chirimilla,  tristemente resultarán vergüenzas anticuadas.

Hace cuarenta años el esqueleto del pueblo estaba completo. Hoy la mano muerta de una iglesia católica, con sus huesos partidos sobrevive al tiempo y al olvido.

¡Qué importa!...

Siempre surgen cosas más importantes. Talvez la vista del recuerdo lo comprenda….

Además, apenas ayer ni existían iglesias. Tuvo que ser el viento de una invasión extranjera, la que pretendió hacer desaparecer a los guías espirituales mayas. Ahora, los domingos están teñidos de una misa o un culto evangélico. La invocación a las deidades de la virgen naturaleza se quedó como añoranza…

¡Qué mas da!...

Tristemente los ritos religiosos son considerados hechicería….Sol, luna, tierra, maíz…no existen más estelas de piedra.    

La actualidad está apagando las velas de cinco colores… El verde de la madre tierra y el azul del cielo ya no reconocen su cosmos. El amarillo duda en el inicio de la vida y la maduración del día. El rojo pareciera que no quiere enfrentar con fuerza la vida. El blanco lucha por no diluirse en un gris que se llevaría la conciencia y la paz eterna. La parte dual del día no está reconociendo en el color negro el silencio y la paz de la oscuridad…

Los pies hinchados de una Ceiba observan con extrañeza los tacones de María. Sus hojas curiosas en el parque, también sonríen irónicamente observando  los sueños de dos artesanas, que piensan ser grandes mercaderes. Ambas soñadoras escriben anónimas un tanto más de las Mil y Una Noches, pues regresaron un lunes al silencioso pueblo con algunos centavos…Esporádicas comerciantes que resultaron hablando idiomas extraños con algunos turistas extranjeros.…

El viento de ausencia con un pasado en ruina recorre las calles hundidas. El río lejano de ser paisaje, con su color a noche, se lleva en plena luz del día el futuro de los niños. Sus playas la adornan camiones de basura, que en el motor llevan inconciencia y en sus carrocerías infinidad de las mismas moscas que se burlan de la sonrisa de José y María, aprovechan una cruel indiferencia. Hombres y mujeres pretenden detener con sus manos la fuerza de la resentida y alterada naturaleza. Un muro de contención que está construido solamente de ilusiones, deja la clara realidad que al pueblo la misma tierra se lo está comiendo…

Por las tardes se divisa a un viejo, esperando a nada y a nadie en un puente quebrado. Trabajadores municipales con botas de hule luchan por hacer desaparecer una poza de aguas verdes. El puente se ha estado quejando por las caries en sus muelas, pues la humedad le ha creado infecciones en forma de quebraduras. Para el viejo también con problemas en los dientes, el tiempo pasa y su soledad parece que no quiere beneficios materiales. Quinientos años no han sido suficientes para vencer sus sueños. Está pensando que algún día le devolverán esas tierras que saben curarse y renovarse de tanto maltrato; no piensa en dinero; solamente pretende seguirle dando gracias a la vida por sus sagrados alimentos.

Es curioso que los habitantes, desde hace algún tiempo elevan su vista a la planicie;  sospechan que “los de arriba” traen como en la conquista (invasión), sus caballos de metal y su poder sin conciencia. Hasta el niño tiene miedo que le invadan su pobreza. El campesino tendrá que pedir permiso para sembrar sus propias tierras.

Por la mañana el mismo viejo de la herida tarde, pasa de largo por el puente quebrado; si no vende su leña no tendrá los frijoles eternos de sus tres tiempos. Amaneció callado, nostálgico y desvelado por la lucha constante que tiene contra el gas propano. Los niños volverán a la escuela. Unas velas apagadas de la legendaria y religiosa invocación antigua poqomam, esperarán,  esperarán…esperarán…esperarán, que su luz resucite por el respeto que merecen sus raíces…

La tierra en mayo contará con la lluvia…probablemente los escasos milpales escucharán desde muy lejos el suspiro del dios del maíz.  
           
Nunca me expliqué…

- Decía doña Patrocinia-

¿Por qué aún se escucha el Tun arriba en las montañas?

           Su sonido suena con el eco de la memoria, mientras el viento quisiera devolverle su alma, su tiempo y su espacio. Repite, repite y repite las mismas melodías con derechos indígenas.

           ¡No!..El Tun no puede seguir con los mismos resentimientos. Todavía existe una luz de esperanza; un pueblo que día a día se levanta y lucha con el sudor de su trabajo, formulando oraciones para que Dios en el presente o Ajau en el pasado, ambos como uno sólo y dueños mismos del tiempo, se acuerden de una tierra sufrida…

Su sonido poqomam no ha muerto, solamente está dormido…

La mirada sincera del sol se proyectaba en las aguas negras del río. Río y sol bañaban y secaban los pies de la montaña encantada en el verano, pues eran un claroscuro similar al pensamiento de los campesinos sobre la futura siembra antes del invierno.

Cuentan que la montaña estaba poseída por un misterio desde generaciones pasadas. Aunque ahora “los de arriba” le construyeron una arteria de concreto, aún fluye la Leyenda del “Cerro Vivo” en su sangre de clorofila. Extraño que alguien, busque en su portal mágico la fama y fortuna, aunque sus entrañas, según dicen,  todavía esconden amor y dinero.

Hoy como tantos niños, los cortos años   dirigen a José y María a la escuela. La mañana es de ellos y de sus sueños para el recreo. Sus risas se olvidan de la contaminación y la indiferencia, pero no dejan de opacarse con la actitud de las moscas que pululan también sonriendo, en un hábitat que existe hace    algunas tristes generaciones. A ellos los esperan escuelitas uniformadas sin deportes, pues cuatro piedras como porterías, servirán para jugar la chamusca de futbol con un balón improvisado. En forma de golondrinas, sus padres un día los verán partir y buscarán como tantos, mejores oportunidades. Todavía la adolescencia tendrá regreso a casa. Cuando se sientan mayores dejarán una lágrima en  seres que los aman. La luna y el sol serán  confidentes de una renuncia a su cultura. Un traje formal o uno casual, amenaza a María y su corte autóctono, mientras José ya no es el de sombrero…pues ahora su protección al sol será un reproductor con audífonos, que atraviese los pensamientos con música de vanguardia…Para ambos el tun y la chirimilla,  tristemente resultarán vergüenzas anticuadas.

Hace cuarenta años el esqueleto del pueblo estaba completo. Hoy la mano muerta de una iglesia católica, con sus huesos partidos sobrevive al tiempo y al olvido.

¡Qué importa!...

Siempre surgen cosas más importantes. Talvez la vista del recuerdo lo comprenda….

Además, apenas ayer ni existían iglesias. Tuvo que ser el viento de una invasión extranjera, la que pretendió hacer desaparecer a los guías espirituales mayas. Ahora, los domingos están teñidos de una misa o un culto evangélico. La invocación a las deidades de la virgen naturaleza se quedó como añoranza…

¡Qué mas da!...

Tristemente los ritos religiosos son considerados hechicería….Sol, luna, tierra, maíz…no existen más estelas de piedra.    

La actualidad está apagando las velas de cinco colores… El verde de la madre tierra y el azul del cielo ya no reconocen su cosmos. El amarillo duda en el inicio de la vida y la maduración del día. El rojo pareciera que no quiere enfrentar con fuerza la vida. El blanco lucha por no diluirse en un gris que se llevaría la conciencia y la paz eterna. La parte dual del día no está reconociendo en el color negro el silencio y la paz de la oscuridad…

Los pies hinchados de una Ceiba observan con extrañeza los tacones de María. Sus hojas curiosas en el parque, también sonríen irónicamente observando  los sueños de dos artesanas, que piensan ser grandes mercaderes. Ambas soñadoras escriben anónimas un tanto más de las Mil y Una Noches, pues regresaron un lunes al silencioso pueblo con algunos centavos…Esporádicas comerciantes que resultaron hablando idiomas extraños con algunos turistas extranjeros.…

El viento de ausencia con un pasado en ruina recorre las calles hundidas. El río lejano de ser paisaje, con su color a noche, se lleva en plena luz del día el futuro de los niños. Sus playas la adornan camiones de basura, que en el motor llevan inconsciencia y en sus carrocerías infinidad de las mismas moscas que se burlan de la sonrisa de José y María, aprovechan una cruel indiferencia. Hombres y mujeres pretenden detener con sus manos la fuerza de la resentida y alterada naturaleza. Un muro de contención que está construido solamente de ilusiones, deja la clara realidad que al pueblo la misma tierra se lo está comiendo…

Por las tardes se divisa a un viejo, esperando a nada y a nadie en un puente quebrado. Trabajadores municipales con botas de hule luchan por hacer desaparecer una poza de aguas verdes. El puente se ha estado quejando por las caries en sus muelas, pues la humedad le ha creado infecciones en forma de quebraduras. Para el viejo también con problemas en los dientes, el tiempo pasa y su soledad parece que no quiere beneficios materiales. Quinientos años no han sido suficientes para vencer sus sueños. Está pensando que algún día le devolverán esas tierras que saben curarse y renovarse de tanto maltrato; no piensa en dinero; solamente pretende seguirle dando gracias a la vida por sus sagrados alimentos.

Es curioso que los habitantes, desde hace algún tiempo elevan su vista a la planicie;  sospechan que “los de arriba” traen como en la conquista (invasión), sus caballos de metal y su poder sin conciencia. Hasta el niño tiene miedo que le invadan su pobreza. El campesino tendrá que pedir permiso para sembrar sus propias tierras.

Por la mañana el mismo viejo de la herida tarde, pasa de largo por el puente quebrado; si no vende su leña no tendrá los frijoles eternos de sus tres tiempos. Amaneció callado, nostálgico y desvelado por la lucha constante que tiene contra el gas propano. Los niños volverán a la escuela. Unas velas apagadas de la legendaria y religiosa invocación antigua poqomam, esperarán,  esperarán…esperarán…esperarán, que su luz resucite por el respeto que merecen sus raíces…

La tierra en mayo contará con la lluvia…probablemente los escasos milpales escucharán desde muy lejos el suspiro del dios del maíz.  
           
Nunca me expliqué…

- Decía doña Patrocinia-

¿Por qué aún se escucha el Tun arriba en las montañas?

            Su sonido suena con el eco de la memoria, mientras el viento quisiera devolverle su alma, su tiempo y su espacio. Repite, repite y repite las mismas melodías con derechos indígenas.

            ¡No!..El Tun no puede seguir con los mismos resentimientos. Todavía existe una luz de esperanza; un pueblo que día a día se levanta y lucha con el sudor de su trabajo, formulando oraciones para que Dios en el presente o Ajau en el pasado, ambos como uno sólo y dueños mismos del tiempo, se acuerden de una tierra sufrida…

Su sonido poqomam no ha muerto, solamente está dormido…

 RUDY HAROLDO PEREZ GARCIA

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