Espiritualidad Maya de Guatemala

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¡En verdad os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos; sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tierra. Os damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh Creador y Formador!, por habernos dado el ser, ¡oh abuela nuestra! ¡Oh nuestro abuelo!, dijeron dando las gracias por su creación y formación.

Popol Wuj

Las opiniones vertidas son responsabilidad de los autores.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

La sexualidad de los indígenas

Buscando alguna información me encontré con este artículo interesante sobre la sexualidad en los pueblos indígenas de Guatemala. Es interesante como se abordan estos temas tabú para sociedades conservadoras como la nuestra. 
Espero que esta lectura crítica nos ayude a sensibilizarnos con respecto a temas inherentes a nuestro ser social-afectivo en donde estemos bien en todos los aspectos, incluyendo nuestra sexualidad.
Les motivo a dejar sus comentarios para el debate.
Saludos 
Julio Menchú

La sexualidad de los indígenas
De la sexualidad indígena se habla poco y se ha investigado menos. La contemplan para implementar programas de salud reproductiva, pero a pocos les interesa estudiar las relaciones de poder y las carencias que se anidan en las camas de los hogares mayas, que salen de la alcoba y se replican en las esferas sociales del país, donde las mujeres, por lo general, están debajo de los hombres.

Paola Hurtado phurtado@ elperiodico.com.gt

“Parece ser que la mayoría tiene relaciones sexuales en la posición de ‘costumbre’: el hombre encima de la mujer”. En general la actitud hacia otras posiciones fue bastante negativa porque “sólo hacen eso los mañosos”.


“La mujer no tiene que pensar en el sexo hasta que el hombre empieza a querer tocarla. Siempre es el hombre quien toma la iniciativa y citaron a las prostitutas como las únicas que exigen sexo al hombre, por dinero. No obstante, algunos hombres mencionaron que a veces la mujer toma la iniciativa. “Si el hombre se ocupa de trabajos cansados no piensa en sexo, si la mujer es calentona ella toma la iniciativa”. Puede indicar su deseo besando al esposo o trata de poner a los niños a dormir rápido”.



En 1990, tres investigadores (Ward, Bertrand y Puac) se interesaron en estudiar “el comportamiento sexual mayense” y titularon así una de las primeras investigaciones realizadas en Guatemala sobre la sexualidad de los indígenas. El informe señalaba que en el país era un tabú hablar de sexo entre los mayas y que los padres no les enseñaban sobre eso porque debían aprender en el momento oportuno: al casarse.



Los investigadores hicieron entrevistas y grupos focales en Quiché y Sololá. Cuatro años después, en 1994, otra investigación llamada “Concepciones y prácticas de salud reproductiva de las comunidades k’iche’ y kaqchikel”, exponía que la mayoría de los sujetos estudiados no conocía el nombre de los genitales. Algunas personas se referían a los de la mujer como “la porquería”, “la parte que sirve para tener hijos”. “El tema (el sexo en los indígenas) ha estado históricamente atravesado por las normas religiosas, morales y de las culturas particulares que buscan controlar y regular la sexualidad femenina exclusivamente para la procreación”, señalaba el informe realizado por entidades de salud.



Era la época posterior al período de mayor represión y violencia política en la historia reciente del país. Los estudios relacionados con las poblaciones indígenas proliferaban, sobre todos los enfocados a la salud y educación, pero muy pocos se centraron en abordar lo que sucede en las camas de los indígenas.



La antropóloga española Manuela Camus investigó la sexualidad entre los mayas y el Sida, y desarrolló temas como el noviazgo y la adolescencia, la menstruación, el primer encuentro sexual, el sexo en el matrimonio, las relaciones extramatrimoniales, el embarazo y el parto. Expuso que “los hombres y mujeres (indígenas) llegan a la primera relación sexual muy jóvenes, sin saber cómo tienen que comportarse. La mayoría de mujeres sintió miedo, dolor, susto y vergüenza. Muchas lo experimentan como una violación traumática”.



Un estudio hecho en 1995 en Quetzaltenango y citado por Camus, se refería a “la cultura de la pobreza sexual”. Exponía que el acto sexual en los indígenas es frecuente, pero bajo condiciones físicas y sociales muy difíciles, sin electricidad, de manera poco imaginativa y generando insatisfacción sexual a ambas partes”. Detallaba que las mujeres duermen vestidas con huipil y el corte y el hombre también lo hace con la ropa del día, lo que impide el contacto corporal pleno y propicia que la estimulación erótica previa al acto sexual sea limitada o inexistente. “No hay juegos sexuales porque se tiene miedo de despertar a los niños o a las demás personas con las que se comparte el cuarto, por eso el acto es rápido y sin mayor preparación”, citaba el estudio de Alfredo Méndez. “Con la urbanización se modifican estos patrones porque las condiciones cambian: se tiende a dormir con ropa interior, hay luz y más cuartos, se practican otras posturas y hay demanda de calidad en el sexo. La urbanización produce un efecto positivo en el conocimiento de cuestiones sexuales”, exponía el investigador.



Camus refutó que más que cultura de pobreza sexual, lo correcto es referirse a un sexo en la pobreza y bajo diferentes presiones institucionales. El sexo en la pobreza, además, se asocia con la violencia doméstica, el alcohol y la agresión sexual. “Los hombres, cuando llegan tomados, es cuando más nos piden nuestro cuerpo y nosotras tenemos que darles, porque si no nos pegan”.



Ya en el año 2000, Camus resaltaba que cuando se habla de los mayas se da por hecho que son poblaciones tradicionalistas y conservadoras, en las que no se habla de sexualidad. Sin embargo, subrayaba, las realidades están en proceso de cambio. Las generaciones más jóvenes, especialmente los hombres que tienen más permisividad, tienen más acceso a la educación y retan esas imposiciones. En general tienden a estar mejor informados que sus padres. El problema es que aún de una manera muy deficiente e insuficiente.

 

La tesis de Chirix

Emma Chirix García es reconocida en los ámbitos académicos como la persona que más ha investigado sobre la sexualidad indígena en Guatemala. Su tesis para optar a la maestría en ciencias sociales estudia a los habitantes San Juan Comalapa, Chimaltenango (“Una aproximación sociológica a la sexualidad kaqchikel de hoy”) y es el estudio más reciente (2006) relacionado al tema. Próximamente será publicado como libro. “Me dará gusto que salga a la luz un tema tabú, que es otra manera de enfrentar la dominación, el miedo y la sacralización de los cuerpos y la racialización de la sexualidad”, comenta la autora en una entrevista por correo electrónico.


En su investigación, Chirix critica que la parte social, histórica y subjetiva de la sexualidad ha evitado ser tratada en el país; sólo se ha abordado desde perspectivas biologistas y de ahí la abundancia de trabajos empíricos sobre salud reproductiva. Ella ahondó sobre la construcción de la identidad genérica, el sentido del cuerpo y el erotismo para “sacar a la luz conocimientos y prácticas ignoradas o censuradas”.



Estudiar así la sexualidad, expone, es comprender cómo tiene una base restrictiva, traumática o placentera; es analizar la represión del deseo, las instituciones que generan las normas y los individuos que las reproducen, pero también los espacios donde fluye el placer y el erotismo. A continuación se presenta un extracto de algunos de los puntos desarrollados en su estudio.

 

menstruación, virginidad y desnudez

En muchas familias no se habla con detalle de la menstruación conocida como “k’o chic ruch’ajon o “ya tengo ropa que lavar” (porque antes no se usaban toallas sanitarias). Pocas madres informan a sus hijas previo a la aparición y cuando llega, las advierten más sobre sus consecuencias con frases como “te cuidás porque los hombres te empiezan a engañar”. El engaño significa dejarlas embarazadas.


El temascal o tuj (baños de vapor artesanales) funciona como uno de los pocos lugares de encuentro de los cuerpos desnudos: de las madres con sus hijos, las mujeres con mujeres, hombres con hombres y las parejas de esposos. Se sabe que algunas parejas mantienen ahí relaciones íntimas después de bañar a los hijos.



En Comalapa la virginidad se valora tanto como el matrimonio. La razón primordial es que la mayoría es católica o evangélica. Se impone que las mujeres lleguen castas al matrimonio. Algunos padres y madres averiguan si la futura nuera es virgen. El rompimiento del himen sólo tiene que ser en la noche, después de la boda. Las relaciones prematrimoniales no son aceptadas, pero en la vida cotidiana, las adolescentes y jóvenes mantienen relaciones clandestinas.



En Comalapa, la mujer desflorada ya no es bien vista. Los hombres aseguran que las pueden identificar por la forma en que camina o el color de su piel (se ponen amarillas, dicen). Las familias intentan recuperar el honor a través del matrimonio. Algunas se resignan a la humillación.


El cortejo y el comportamiento correcto

Antes, los novios tenían prohibido tocarse y acariciarse. La mujer no tenía permiso para hablar mucho con el muchacho, menos de noche. Antes de los años ochenta el beso era en privado porque estaba mal visto. Ahora, que las mujeres también estudian y trabajan, han cambiado las dinámicas. “Platican con el novio, se dejan que les abracen el cuello, no se asustan. Ya son las mujeres quienes dan su cosa, ya no es el hombre quien insiste”, se quejaron con Chirix algunas ancianas.


Las jóvenes hablaron más con la investigadora acerca del deseo (sexual) que las adultas. “Cuando nace el deseo, es cuando uno mira un hombre bien bonito, bien chulo”, dijeron. Aunque las entrevistadas hicieron mención de la masturbación no manejaban mayor información. “Pareciera que no se dan placer a sí mismas”, acotó la investigadora. 

Sobre el placer, en cambio, no se habla, existe miedo y se ha restringido su búsqueda. La mayoría negó haber experimentado esa sensación. Muchas familias kaqchikeles viven la sexualidad como pecado.

 

Lugares correctos y prohibidos

Los lugares permitidos para el sexo deben ser la casa, la cama y la noche. Los prohibidos son el campo, la milpa y el tuj porque “es pecado”, pero se sabe de hombres que de día jalan a la mujer al campo y de parejas que prefieren hacerlo por la mañana porque no están los niños. Generalmente los dormitorios de los kaqchikeles son colectivos. La falta de un espacio privado no permite a la pareja, especialmente a la mujer, disfrutar de la relación sexual. La mujer se preocupa de que los niños puedan despertarse, reprime sus emociones. El hombre lleva a cabo la penetración sin que ella sienta placer.


Los jóvenes han buscado espacios nuevos, lugares solitarios y oscuros como “detrás del hospital o detrás del cementerio”.

También mencionan las pilas comunales. La mayoría de parejas que se casan ya ha tenido relaciones sexuales.
Actualmente en Comalapa se observa el fenómeno de los adolescentes que se lanzan a tener relaciones y dejan embarazadas a las jovencitas y no se hacen responsables. Hay un alto número de madres solteras. También de abortos clandestinos. En un barranco una vez se encontraron varios fetos, pero la comunidad los ocultó y no se hizo público.

 

El acto, el poder, la violencia y la familia

Él dice cuándo y cómo y la mujer acepta. Le han hecho creer que es una de sus obligaciones “para eso está”. Para varias entrevistadas por Chirix la primera vez fue una experiencia traumática. El dolor es el común denominador. La expresión de ternura y placer están ausentes. Las relaciones se llevan bajo condiciones de silencio e inmovilización. No se acepta el grito, el jadeo, las risas, las palabras ni los movimientos. “Callate, no vayás a hacer ruido, así te dice el hombre y vos gritás, porque duele, duele”. Ni hombres ni mujeres, expone Chirix, han sido educados. Han aprendido en la escuela, la familia y la Iglesia que el placer sexual es algo peligroso que debe ser controlado y negado.


Otro elemento crucial son las relaciones de poder. La violencia sexual manifiesta poder a través del daño de los órganos sexuales y la sexualidad en general. Su objetivo es dominar y desvalorizar. Ante la exigencia de algunos hombres de tener relaciones todos los días o a cada rato, algunas buscan formas para no ser molestadas como enrollarse en fajas hasta quedar como momias. “Ellos molestan aunque la esposa esté enferma”, dice una anciana. El malestar también es fuerte cuando conviven con alcohólicos que les pegan y las obligan a tener sexo. “En la noche lo quieren a uno y en el día lo tratan como sirvienta”. Algunas mujeres se están atreviendo a denunciar las agresiones y a pedir justicia.



La familia es uno de los pilares centrales a partir del cual se construye la sexualidad. El matrimonio tiene una gran importancia entre los kaqchikeles. La edad ideal para casarse es a los 20 años. En la mayoría de unidades domésticas el hombre administra el hogar. La obligación de la mujer es obedecerlo. En las familias está ausente la orientación sexual, se traspasa la responsabilidad a la escuela. Los niños satisfacen su curiosidad no resuelta con amigos y medios de comunicación. La Iglesia, por su parte, estableció un modelo alejado del placer y relegado a la reproducción, bajo el predominio sexual masculino. Las iglesias católica y evangélica continúan ejerciendo un importante control hacia la familia, el matrimonio y las relaciones de pareja, critica Chirix.



Según los documentos que ella analizó para su estudio, antes de la venida de los españoles existía la homosexualidad.

Actualmente la hay entre indígenas, al igual que el lesbianismo, pero sólo se conoce en grupos de confianza.


La investigadora considera que sobre la sexualidad indígena aún hay mucho por estudiar. Como los deseos y las prácticas sexuales, el incesto, el aborto y la prostitución. “Sobre las posturas, no indagué, pero las metáforas en los diversos idiomas mayas denotan que existen y se practican. Yo puedo afirmar que se practican varias, aunque no se habla de esto.

Es cierto que en el mundo occidentalizado se ha hablado mucho de este tema, pero en Guatemala ni los criollos, ni los mestizos han hecho este tipo de investigaciones”. 


El aporte de su estudio, enfatiza Chirix, es poner en discusión un tema tabú, investigar qué hay detrás de la sexualidad y cuáles son las causas de su prohibición. “El bien vivir”, dice “también significa ser felices con nuestros cuerpos y nuestras sexualidades”.


  
Cuando se habla “de eso”

Hablar sobre sexualidad les provoca risa y nervios, pero se ha observado que algunas sienten placer al hablar sobre el tema y entre bromas expresan sus sentimientos y experiencias, emplean analogías como gato, banano o chile. Algunas frases y anécdotas captadas durante el trabajo de campo de Chirix fueron:

-“Una madre aconsejó a su hijo: “ahora que te casaste buscá donde están los pelos de tu mujer en la noche”. El día siguiente el hijo le reclama: “Lo hice, pero no lo sentí rico”. “¿Pero dónde lo hiciste hijo?” “Vos lo que me dijiste era donde había pelo. Yo lo hice aquí, en las axilas”.

-Sobre el tamalito: “una mujer pide haga el favor de hacer largo el tamalito como el pene y las demás se sueltan a reír. Otra agrega: ¡Ah! Vos te gusta lo que te hacen” y así continúan riendo”.
-Entre las expresiones que invitan a la actividad sexual se utilizan (en kaqchikel) “te tiro en la cama”, “te voy a agarrar”, “vamos a la milpa” o “regálame un poco” (las dice el hombre). Y cuando las tratan con irrespeto en la calle les dicen a las mujeres: “tutz’ tutz’” que significa vulva, vulva y produce malestar para algunas y risa a otras.

Tomado de: elPeriódico 3 de octubre de 2010

domingo, 30 de octubre de 2011

Día de la raza

Que tal amigos, les presento este artículo que gentilmente me envía Jaime Fernando Gutierrez Mejía. Espero que sea de su agrado, atente y crítica lectura. Saludos.

Día de la raza
Por: Klaus Ziegler

Ha sido tradición en Occidente erigir monumentos a sus peores genocidas, y conmemorar con marchas, desfiles y descargas de fusilería sus más horrendos crímenes.

Dramaturgos, pintores y cineastas han rendido culto a Julio Cesar, a Alejandro Magno, “el bárbaro de Macedonia”, en palabras de Mario Bunge. Pablo Neruda y Nicolás Guillén le cantaron emocionados al monstruo de Stalin. En “Les Invalides” existe un fastuoso mausoleo en mármol rojo en el que se honran  los restos de Napoleón, el más famoso criminal de guerra francés. Y hasta hace poco, cada 6 de agosto, y ante una congregación enardecida, un B-29 piloteado por el General Paul Tibbets recreaba ese día infame en que el Enola Gay dejó caer su carga mortífera, justo encima de un hospital en Hiroshima. La segunda parte del espectáculo, aquella en que miles de japoneses corren sin dirección fija, quemados de pies a cabeza, desnudos, con la piel colgando en jirones, nunca fue tan divertida como para incluirla en la celebración patriótica.
Entre tantas costumbres bárbaras, hay una celebración que deberían ser motivo de reflexión mas no de júbilo: la “Fiesta de la raza española”, hoy llamada “Día de la raza”, en memoria de la hazaña de Colón, y en reconocimiento de “la intimidad espiritual entre la Nación civilizadora y las formadas en suelo americano”. Las connotaciones racistas del festejo serían motivo suficiente para objetarlo, dejando de lado el hecho “insignificante” de que el 12 de octubre señale el comienzo de aquello que el historiador alemán Bruni Höfer llamó el “Reich de quinientos años” de dominación europea.
La aniquilación de las poblaciones americanas constituye un genocidio a escala colosal. No había transcurrido medio siglo después del arribo de Colón a la Española, y ya la isla se veía desolada: cerca de ocho millones de “indios” habían muerto a manos de los invasores, o como consecuencia de enfermedades desconocidas en el nuevo mundo. Y era solo el comienzo. Es imposible estimar cuántos millones fueron víctimas directas de la guerra genocida, de los trabajos forzados, o de las epidemias. El exterminio total sobrepasa los cien millones de seres humanos, según estimativos de David Stannard y otros historiadores. Solo la costa occidental suramericana albergaba más de nueve millones de habitantes poco antes de la llegada de los españoles. Para finales del siglo XVI quedaban menos de un millón; y apenas unas décadas más tarde, 94% de la población nativa había desaparecido por completo. Una catástrofe de proporciones similares ocurría en muchos otros lugares del continente.
Las historias de horror llenarían volúmenes enteros. Uno de los pasatiempos favoritos de los conquistadores españoles era la cacería de indígenas, a cargo de perros entrenados en el destripamiento de humanos. “Leoncico”, la mascota de Vasco Núñez de Balboa, se hizo famosa por arrancarle de un mordisco la cabeza a un cacique en Panamá. Otro cronista narra cómo fueron desmembrados a cuchillo todos los habitantes de un poblado, y cómo el explorador ordenó más tarde que cuarenta personas, entre hombres, mujeres y niños, que habían logrado ocultarse, fueran despedazadas por los mastines del sádico español. Sin embargo, un imponente monumento en la capital de Panamá honra al sanguinario “descubridor del Pacífico”: sobre un globo terráqueo sujeto por cuatro figuras desnudas, Balboa sostiene la bandera de España en su mano izquierda, y empuña en la derecha su espada, que se confunde con una cruz.
Las inenarrables torturas ordenadas por Francisco Pizarro son relatos aislados entre los cientos de atrocidades que conforman esa crónica de horrores que fue la Conquista de América. No obstante, una estatua ecuestre en el centro de Lima honra la memoria del saqueador asesino. Otra estatua, en Medellín de Badajoz, hace homenaje al más ilustre de sus hijos, Hernán Cortez: una imponente figura en bronce muestra al conquistador de Méjico, arrogante, pisando con su pie izquierdo la cabeza decapitada de un azteca. Y el monumento más alto de Argentina rinde homenaje al general Roca, el exterminador de los nativos patagónicos, convertido hoy en héroe de la conquista del desierto.
Para muchos intelectuales, la campaña de aniquilación es solo una exageración grosera, pues los auténticos verdugos no fueron los piadosos conquistadores, sino las epidemias. El testimonio innegable de la crueldad sin par de los españoles se minimiza, o se ignora por completo. El hecho de que pueblos enteros hayan sido esclavizados, torturados o pasados a cuchillo no plantea ninguna dificultad moral. Un reconocido escritor colombiano llegó a referirse a este aterrador período de la historia en los siguientes términos: “Debemos estar agradecidos. Si no fuese por los españoles desconoceríamos el silogismo, a Miguel Ángel y a Botticelli”.
Podríamos hacer un ejercicio kantiano, e imaginar qué habría sucedido si la operación Barbarroja hubiese culminado con el exterminio de los pueblos eslavos. Sin duda, hoy tendríamos una fiesta cada 22 de junio, el “día de la raza alemana”, en memoria del comienzo de las heroicas acciones de la Wehrmacht que llevaron a los pueblos bárbaros la cultura de la “Nación civilizadora”, imitando las palabras de Faustino Rodríguez San Pedro. Como la estatua de Balboa en Panamá, habría otra, quizás en Kiev, la de un oficial de la SS empuñando altivo la bandera de guerra del tercer Reich. Y otra de Heinrich Himmler en Múnich, con su bota sobre la cabeza decapitada de un judío polaco. Y todo ello parecería apenas natural.
En varios países europeos la negación pública del exterminio judío constituye un delito; la del genocidio americano, un motivo de conferencias y homenajes. Si no fuese por un puñado de cronistas fidedignos y de académicos valerosos hoy no conoceríamos las dimensiones reales de la tragedia. Lo que perdura en la mayoría de los textos es la vulgar versión de los vencedores, un insulto a los sobrevivientes del mayor holocausto en la historia humana.
Tomado de:

lunes, 3 de octubre de 2011

PARTES DE UNA CEREMONIA



Por. Kab’lajuj Keme’: Ines Puluc Boror

Primero: Es la preparación del Toj u ofrenda por el Ajq’ij o Guia Espiritual en el altar escogido por ambas partes. Ordena todos los materiales, haciendo primero la cruz encerrándolo en un círculo y las cuatro esquinas con azúcar y luego ordena los materiales, las flores y todas las ofrendas.

Segundo: Se abre la ceremonia preguntando al que ofrece el Toj si tiene algo que compartir o exponer el motivo, o algo que socializar con los presentes.

Tercero: El ajq’ij empieza encendiendo el fuego pidiendo perdón al Creador y Formador por el atrevimiento y el motivo del Toj invocándolo para que se haga presente y reciba la ofrenda que se está dando.

Se invoca al Ajaw con todas sus energías y diferentes nombres para que se haga presente.

Cuarto: Se invoca a las grandes fuerzas, los volcanes, montañas, lagos, mares montes, los altares conocidos y con su energía para que se den cita con su energía a la petición que se está haciendo

Luego se invoca a las abuelas y abuelos a las generaciones a los grandes guías espirituales que ya no están presentes

Se invoca a los hablantes de los diferentes Idiomas Mayas y de Abya Yala

Quinto: se empieza a invocar a los veinte días del calendario sagrado empezando por el día en que se está hasta pasar por los veinte días, es cuando el Ajq’ij va dando los mensajes a la persona que ofrenda lo que las señales de su cuerpo, los movimientos del fuego y las chispas o diferentes manifestaciones del fuego se vayan dando.

Sexto: Al terminar los veinte días si hay fuego todavía se da un tiempo al que ofrenda para que comparta su experiencia en el Toj y si tiene preguntas o dudas.

Séptimo: Se agradece a todas las fuerzas convocadas por la cita que se dieron en el Toj y se les agradece también por los consejos, señales y sabidurías que se compartió en la Ceremonia, se les dice que regresen y que se vayan con cuidado y por parejas.

El Idioma en la Ceremonia.

El Idioma es importante. La riqueza del Idioma es indiscutiblemente primordial en la ceremonia, ya que el guía espiritual utiliza su idioma materno para su comunicación con el Ajaw. Al hacer una ceremonia en castellano, por ejemplo, se pierde mucha la riqueza del sentido de las palabras, pero aquí es donde tiene que entrar la interculturalidad ya que, si no entiende el Idioma del Ajq’ij tendrá que esperar la traducción de los mensajes.

Esto puede ser una invitación muy concreta en aprender un Idioma Maya por su riqueza lexical y la profundidad de las ideas y todo lo que esto trae consigo para poder realmente vivir el momento y la profundidad de la Ceremonia.

No es lo mismo hacer una ceremonia en castellano o Ingles que en un Idioma Maya.

“El Fuego lo consideraban sagrado, porque creían que el fuego servía de comunicación entre Dios y el hombre, por este motivo encendían el fuego por medio de unos panecillos de resina que llaman Pom, pero antes de principiar la liturgia, se hincaban viendo hacia el oriente y besaban al Sol, para lo cual lanzaban la palma de la mano hacia el sol y la regresaban para besar el frente de los dedos; así lo hacían poniéndose hacia los demás puntos cardinales alrededor del altar primitivo.

Hecho esto, encendían la llama y la avivaban echando más pom, candelas, azúcar, chocolate, y a veces bebidas alcohólicas.

En sus plegarias, quejas, súplicas, se dirigían directamente a la llama, porque pensaban que por ese medio de comunicación, Dios oye sus plegarias.

En los ritos solemnes sacrificaban animales como gallos, animales silvestres primero con la sangre, y después se llevaban el cuerpo del animal, lo cocían para la comida.”



La Importancia del Fuego.
El fuego tiene una importancia vital en la vida del hombre y es así como se toma también como vital en la ceremonia. En las culturas antiguas esto es vital también en la Biblia Cristiana el antiguo testamento tiene una importancia vital en la presencia de Yahvé, así como el lugar preferido son las montañas ya que son energéticos.

El Ajq'ij o sea el que trabaja por medio del conteo de los días, es el guía que puede hacer estas ofrendas como intermediario y que según su consagración es la persona que puede y tiene la facultad de leer lo que se va diciendo por medio del fuego, es como un mapa que se le pone en frente del Ajq'ij y que él nos lo va leyendo para que nosotros podamos entender que es lo que nos quieren decir nuestros abuelos acerca de lo que nosotros estamos pidiendo.

Realmente es impresionante como por medio del fuego se van dando los mensajes por medio de la rotación de las lenguas de fuego, por medio del azúcar que se está quemando así como también por medio de chispas que salen en un momento preciso y hay otros muchos signos que a nuestros ojos no son posibles ver, pero que a los ojos del ajq'ij son tan claros, pero esto depende mucho de la disposición de las personas que participan en una ceremonia y principalmente de la disponibilidad del sacerdote y del ayuno y abstinencia que este haya guardado para que todas sus facultades estén a tono y pueda percibir la más leve señal de lo que nos quieren decir.


La esencia de la ceremonia

En ella se transmite la dignidad y la libertad espiritual; se educa con la vivencia, se enseña y se aprende a través del comportamiento; alrededor del fuego ceremonial desaparece la individualidad, emerge lo trascendente como nueva oportunidad para el desarrollo y expansión de la conciencia.

Allí, es donde los mayores observan atentamente el comportamiento de las nuevas generaciones, las que a su vez se preguntan y cuestionan a modo de garantizar el surgimiento de un diálogo colectivo, difícil de olvidar en el transcurso de la vida, porque de ese fuego fluyen los arquetipos concretos hacia el porvenir, hacia lo desconocido, hacia la marcha que ha dejado de ser solidaria con las criaturas para convertirse en unidad con ellas.

Es cuando el tiempo asume la palabra, el pasado cuestiona y alimenta el presente y al futuro; en 260 movimientos, todo mundo se vuelve fuego y tiempo o tiempo y fuego. Entonces resplandecen las más altas sabidurías de la conducta humana y el poder del calendario sagrado se manifiesta, primero en sentimientos, y luego en sabidurías.

La meditación en cada ceremonia no sólo constituye un espacio para la regeneración personal, sino además, asegura el entendimiento de la cohesión del Cosmos y el respeto a la suprema conciencia universal.

Resulta difícil describir el exquisito decorado de los altares, en ellos cobra relieve; los bienes que la naturaleza entrega para vivir, los diseños, colores y símbolos de nuestra vestimenta, así como la personalidad propia de cada paisaje de la aurora o del ocaso que, a los acordes de la marimba, del Tun o la chirimía, únicamente pueden sentirse pero jamás describirse.

El conjunto al revelar pureza, dulzura y santidad, propicia al instante, quizás fracción de segundos, para sentir que la Tierra es nuestra Madre, una madre que palpita, que habla, que canta, ríe, que llora, que exige. Quien llega a sentir este hermosísimo pasaje de la vida, ya nunca más vuelve a ser el mismo de antes: cambia, deja de desear y empieza a sentir.

Por ello, desde aquellos aciagos días hasta el presente, se siguen llevando a cabo las ceremonias, tan sencillas como conmovedoras, del ritual cosmogónico, el cual se engrandece en los escenarios naturales que entretejen, desde el corazón de los cerros, la policromía resultante de árboles, flores y cielo.

Allí al irse quemando, el POM envuelve con sus suaves emanaciones a la concurrencia que lo ve alzarse convertido en la nube simbólica que al tiempo que se expande en el firmamento se confunde con él, al igual que las rogativas y esperanzas de las cuales es portador.

La lógica interna de la civilización mesoamericana le da a las ceremonias el más alto contenido simbólico y durante las largas noches colonial y postcolonial la población Maya en su totalidad ha sido extremadamente cuidadosa al efectuarlas.

Los Abuelos han dejado un extraordinario legado a la humanidad. En éste se sintetiza toda la sabiduría del mundo antiguo: es el instrumento más útil y trascendente, tanto para el ser individual como para todas las naciones, pues nos da la información para el desarrollo completo y armónico.

martes, 27 de septiembre de 2011

Momostenango a través de Robert Carmack


Carlos Meza cmeza@elperiodico.com.gt

Momostenango es excepcionalmente rico en simbolismo y retención de aspectos originales. El antropólogo Robert Carmack revisa tesis doctorales de varios de sus colegas que interpretan en el libro “La Comunidad Maya K’iche’ de Santiago Momostenango” esas costumbres y relaciones políticas que se conservan. Se trata de un pueblo antiguo que merece ser estudiado para entender mejor al país.

Momostenango es un pueblo viejo. Un pueblo que ha traspasado la historia del país y de los que más ha conservado sus raíces, sus tradiciones, que han merecido distintos estudios académicos y análisis para obtener información sobre la vida allí y cómo se expresa la cultura. “Es posible que el pueblo de Chwatz’aq recibiera el nombre náhuatl (lengua mexicana) de Mumustenango (lugar de murallas) antes de la llegada española, nombre que aparece en los documentos coloniales”, dice en el libro, editado por el antropólogo Robert Carmack (1934) y el poeta maya quiché Humberto Ak’abal, La Comunidad Maya K’iche’ de Santiago Momostenango. Comprende ensayos de antropólogos (Barbara Tedlock, Garrett Cook, Thomas Offit, Jinsook Choi y de los mismos editores), que tratan temas como los sacerdotes mayas, una historia breve de Momostenango, el Baile de los Monos y otros.

La voz de Carmack es autoridad en estudios de antropología y arqueología respecto de la cultura mesoamericana. Le han apasionado los K’iche’s, desde los antepasados a la civilización actual. Sus estudios abarcan más de 50 años con visitas al país y análisis de lo que ha investigado. Actualmente reside en Nueva York, esta entrevista se realizó a través de correo electrónico.

Usted lleva más de 50 años de estudiar a las culturas mesoamericanas, ¿por qué es importante Momostenango?

­– Momostenango era, y es, el pueblo más conservador en cuanto a las costumbres e instituciones que encontré durante mi visita a muchísimos pueblos K’iche’s en los años sesenta y setenta. Por ejemplo, allí florecían todavía los clanes y linajes antiguos; el calendario maya (de 260 y 365 días); los sacerdotes mayas (chuchqajaw), y ante todo los ritos a nivel del pueblo, cantón, linaje y familia. Tienen, además, un sistema político en que los indígenas tomaron completamente el poder sobre los ladinos. Todo esto se explica en breve en el nuevo libro.

¿A qué se refiere con el linaje?

– En Momostenango el linaje se llama alaxik, parientes. Es patrilineal, y anteriormente la línea iba atrás por muchas generaciones. Se está cortando su antigüedad, pero sigue funcionando como el sistema social más importante en el área rural, junto con las alcaldías auxiliares de las aldeas/cantones. El jefe del linaje es el chuchqajaw, nombrado por los ajawab (líderes), quien no solo mantiene los ritos necesarios, sino también los derechos a tierras y el sistema legal (consuetudinario). No hay fuente mejor para entender la estructura sociopolítica, tal como se encuentra en los documentos como el Popol Wuj, que estos linajes. Desafortunadamente, están cambiándose rápidamente.

¿Qué expresión permanece intacta desde antes de la conquista en Momostenango?

– Un factor importante es la coordinación proveída por un señor o ajaw, alguien de la aristocracia. En tiempos antiguos enviaron a un ajaw, a Izkin Nija’ib (Nija’ib era el linaje real) que gobernaba en Q’umarkaaj (Utatlán), a colonizar a los K’iche’s y Mames de Chuwa Tz’ak (Momostenango). Participó junto con Tekum en la guerra contra los españoles y tuvo la sabiduría de colaborar con los conquistadores después de su derrota en los llanos de Xelajuj. Sus descendientes, especialmente los Vicente de San Antonio Buenabaj, lograron dominar el pueblo colonial, y Diego Vicente pudo comerciar y usar caballos como los españoles. Todavía los Vicente son muy poderosos en el pueblo.

En el libro describe la historia de Momostenango, ¿cómo explica el dominio de indígenas a ladinos del lugar?

– En la segunda mitad del siglo XX se agudizó un conflicto, una división muy fuerte entre indígenas y ladinos, que venía desde la Colonia. Los ladinos dominaron todos los puestos políticos, económicos y religiosos, y aunque los indígenas se levantaron a menudo en contra de este colonialismo, nunca lograron asumir el control sobre el municipio. Pero a mediados del siglo XX pudieron elegir alcaldes indígenas y luego lograron dominar no solo el sistema político, sino también el económico y el religioso. Ahora los ladinos no amenazan y el conflicto con ellos es menor. Parece que predominan actualmente ciertos problemas entre los líderes del centro del pueblo y los de las aldeas (cantones). Esto se ve claramente durante las reuniones entre los concejales, que son de la zona rural y el alcalde del centro; me parece que ellos ahora llevan la ventaja. Se puede concluir que ahora los indígenas son dueños de su propio pueblo y que es un logro que parece ser permanente.

Al adentrar al capítulo de los sacerdotes mayas, ¿cómo son elegidos?

– La selección es muy complicada y requiere la adivinación por el chuchqajaw de otros linajes usando las señales de los frijoles rojos (tz’ite’) y lo que dice la sangre de los mismos sacerdotes. En opinión, lo que hacen las adivinaciones es que estudian los deseos de los miembros del linaje para tomar sus decisiones.

¿Qué tanto ha cambiado la figura del sacerdote maya desde la Fase Prehispánica a la Fase Moderna, períodos en que se divide el libro?

– Hasta ahora no ha sido explicado en detalle por los estudiosos de los K’iche’s. Por las continuidades durante la Colonia y los siglos XIX y XX es posible reconstruir en general los procesos de cambio, pero hasta ahora nadie ha examinado adecuadamente el gran cambio desde la época prehispánica a la colonial. Ojalá que alguien intente llenar este hueco en el futuro. Yo mismo admito que el problema es lo poco que sabemos cómo eran antes de la conquista, sea por el Popol Wuj u otras fuentes.

¿Por qué es importante estudiar o interesarse en las estructuras políticas de estos lugares que existen desde tiempos antiguos?, ¿de qué sirve ahora?

– Muchas veces se olvida en Guatemala que la historia de los indígenas es un componente muy importante en general para el país. Se ignora que pueblos como Momostenango pueden iluminar el pasado y aún los eventos que ocurren actualmente. Y, como es bien sabido, la historia de los mayas es de especial interés no solo para los guatemaltecos, sino para todo el mundo, pues lograron una civilización bien desarrollada e interesante que ahora se ha difundido en todo el mundo. Esta historia no excluye a los ladinos y los europeos, sino la complementa y la enriquece.

En el libro dice “Este baile… es para los ‘de un solo corazón’”. ¿Cuál es la relación entre las danzas actuales y las manifestaciones prehispánicas?

– Son descendientes directos de los muchos bailes del tiempo prehispánico. Pero sufrieron cambios fuertes con la venida de los españoles y la tutela de los sacerdotes católicos. Momostenango no es el primer lugar en los bailes, pero es excepcionalmente rico en simbolismo y retención de aspectos originales. Hay toda una bibliografía de estudios sobre este tema por muchos estudiantes, como Munro Edmonson, Carroll Mace, Garrett Cook y muchos más. 

¿Cómo inició su trabajo en Guatemala?

– Había visitado Guatemala de joven, en los años cincuenta. Decidí hacer mi disertación doctoral sobre la historia de los K’iche’s y visité los archivos nacionales y locales para ese proyecto. Mi tesis doctoral se basó en los archivos de Guatemala, España, Estados Unidos y departamentos de la zona occidental del país. Después publiqué el libro en inglés Quichean Civilization. Más tarde volví a Guatemala para estudiar la etnografía de un pueblo y escogí a Momostenango por sus tradiciones tan amplias.
¿Qué proyectos tiene para el futuro relacionados con Guatemala?

– Ya que tengo varios libros publicados en español sobre los K’iche’s, estoy tratando de dejar libros en castellano sobre los pueblos donde he trabajado. El primero de estos es el libro sobre Momostenango, y espero que el segundo sea sobre Santa Cruz del Quiché. Sigo buscando “títulos” antiguos de los K’iche’s y Kaqchikeles, para acompañar mis publicaciones en conjunto con el doctor Jaime Mondloch. Los títulos son antiguos manuscritos que los indígenas mayas prepararon en el siglo XVI, habiendo aprendido de los sacerdotes españoles a escribir usando el alfabeto europeo. Los títulos más importantes fueron escritos originalmente usando un sistema parecido a la pictografía usada en el centro de México y Oaxaca. Mondloch y yo hemos traducido del K’iche’ al español los títulos de Totonicapán, de Yax y de K’oyoi. Juntos hemos aceptado hacer para el futuro una nueva traducción con comentarios en español del Popol Wuj.

También edité un libro importante sobre el impacto de la guerra civil sobre los indígenas, Cosecha de Violencia en Guatemala, y después hice un sumario de una antología en inglés sobre la condición de estos pueblos en Guatemala desde el conflicto armado interno. Todavía no he tratado de resumir lo que le pasa actualmente a los indígenas en Guatemala. Espero en el futuro comparar la historia política de tres pueblos centroamericanos (Buenos Aires, de Costa Rica; Masaya, de Nicaragua; y Momostenango, de Guatemala).
Significa que regresará pronto.
– De inmediato, tengo que regresar para completar un nuevo libro sobre la historia del mundo, que será traducido y publicado por la Editorial Piedra Santa, y para trabajar la nueva versión del Popol Wuj. Falta mucho por hacer todavía.
  
Más de Momostenango

Los sacerdotes mayas: “En Momostenango, los ‘ajq’ij’ forman un grupo grande de profesionales activos de la religión maya iniciados como contadores del tiempo, intérpretes de sueños y personas dedicadas a la medicina. Están autorizados para rezar a los dioses y a los ancestros en nombre de la gente lega”. 

El significado del Baile de los Monos: “Una peregrinación, un viaje al otro mundo, un complejo de encuentros mágicos y divinos con el Santo Patrón, los espíritus de la tierra y los primeros (las almas de los bailadores muertos) en el cual un equipo de hombres jóvenes buscan un poder personal y el don de la protección de Santiago para todo el pueblo”.

Durante la danza: “Los bailadores invocan a los poderes de una jerarquía compleja de espíritus de la tierra, los días sagrados, las almas de los bailadores muertos y de sus propios ancestros”.
Fuente: “La Comunidad Maya K’iche’ de Santiago Momostenango”.

ElPeriodico, Guatemala, domingo 07 de agosto de 2011