Amigas y amigos:
Les compartimos esta nota que nos presenta el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT)sobre arqueo-astronomía, les invitamos a leer este articulo que contiene información importante y además a visitar el sitio oficial del INGUAT. Esperamos que sea útil para la difusión y construcción de la ciencia maya.
Saludos
Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala
EL 2012 Y LA ASTRONOMÍA MAYA
Los Maya fueron verdaderos
observadores astronómicos. Los astros o cuerpos celestes tenían una importancia
vital en el mundo prehispánico y estaban relacionados con su mitología y su
vida diaria. La presencia de edificios y monumentos con cualidades astronómicas
o de conmemoración de éstas, sitios con orientaciones particulares, códices con
relatos y representaciones de los astros, calendarios cuidadosamente observados
así como calendarios que registran los ciclos de los planetas, son muestra de
ello.
En sitios como Ujuxte, en la
Costa Sur de Guatemala se puede observar una alineación regular de sus
montículos, los cuales parecen apuntar al punto por donde aparece la estrella
Capela en el horizonte. En otros casos, los sitios se adaptaban a las
condiciones geográficas donde se asentaban, pero dentro de sus construcciones
existieron edificios con orientaciones astronómicas específicas, que eran
utilizados con fines astronómicos o al menos para conmemorar eventos celestes.
Los mejores ejemplos son el Caracol en Chichen Itza, que consiste en una
estructura circular, tipo torre, con varias ventanas en sus muros orientadas al
paso del sol en el zenit, a los solsticios, a la salida y puesta de estrellas,
a las Pleyades, y más importante aún, a Venus; y los conjuntos arquitectónicos
conocidos como “Grupos Tipo E” o “Grupos de Conmemoración Astronómica”. Los
Grupos Tipo E están compuestos por dos estructuras: una pirámide radial (de
cuatro escalinatas, una a cada lado) al oeste y una larga plataforma que puede
o no tener tres templos, al este. A pesar de que estos complejos son
popularmente conocidos como “observatorios” dedicados a la observación de los
solsticios y equinoccios, muy pocos casos tienen la orientación adecuada para
esta observación. Se considera entonces que estos complejos pudieron haber
tenido una relación a otros eventos celestes o pudieron haber jugado un papel
conmemorativo de eventos celestes enmarcados dentro de un conjunto de otras
funciones religiosas y políticas.
Es común también encontrar estructuras
arquitectónicas en las cuales los niveles principales del universo Maya están
representados. Existen edificios que
hacen referencia al nivel celestial, al nivel humano o terrestre y existen
incluso estructuras subterráneas o cuevas (artificiales o naturales) que
representan el nivel del Inframundo.
Además de edificios, se han
encontrado también monumentos con orientaciones astronómicas, es decir,
esculturas en piedra que se alinean con edificios o con otras esculturas y que
permiten la observación astronómica o conmemoran algún evento celeste. En la
Estructura 7 del sitio de Tak´alik Ab´aj, Retalhuleu, Guatemala, una alineación
de monumentos frente al edificio permitió la observación de la estrella Eta
Draconis, de la Constelación del Dragón, por sobre la cima del montículo. Con
el paso del tiempo, y la movilización de la estrella por culpa de un fenómeno
llamado precesión, una nueva alineación de monumentos fue colocada frente al
edificio, la cual volvió a permitir la observación de la estrella Eta Draconis.
El ejemplo más claro de la
importancia que le daban los Mayas al registro de los astros proviene de los
códices, donde se registraron cuentas sobre los ciclos de los planetas,
aparecen referencias a constelaciones, y se conserva el uso de los calendarios
de 260 y 365 días, todo enmarcado dentro de relatos y simbología mítica del más
interesante orden religioso y cosmogónico.
Los códices Mayas que hoy se
conservan son cuatro:
1. El Códice de Madrid: contiene registros del
planeta Marte, de los ciclos de 52 años, referencias a los calendarios y una de
las mejores muestras del calendario de 260 días.
2. El Códice de Dresde: tiene extensos
registros de Venus y de eclipses y continúa el registro calendárico, nuevamente
con menciones a Marte y a eventos míticos.
3. El Códice de París: incluye una sección
asociada a augurios en relación a períodos conocidos como
K´atunes (un total de
72,000 días), otras secciones dedicadas al Tun o ciclos de 360 días,
almanaques, cargadores del año y lo que podría interpretarse como un “zodiaco” *(Según lo que nosostros practicamos es una forma de orientación e la vida) en el cual, colgando de una banda celestial (posiblemente la eclíptica),
aparecerían las constelaciones identificadas por los Mayas.
4. El Códice Grolier: su avanzado estado de
deterioro y su corta extensión permite analizar únicamente que refiere a Venus.
Para los Mayas, la observación
astronómica estaba íntimamente relacionada con la concepción de su universo. El
cosmos era un espacio dividido en cuatro grandes regiones asociadas a los
cuatro puntos cardinales y a cuatro colores distintos. Al centro del mismo se
ubicaba un quinto punto cardinal. El
cielo tenía 13 niveles y el inframundo 9, y no se concebía al mundo como una
esfera que giraba en torno al sol, por el contrario, el sol realizaba un viaje
por las mismas divisiones del espacio.
Sol
El Sol constituyó una de las
deidades más importantes y se le identifica por un símbolo conocido como flor
K´in que quiere decir “sol” y cuando aparece con forma humana tiene los ojos
que aparentan ser bizcos y un diente prominente en ocasiones con forma de “T”.
Se le llamaba K´inich Ajaw “cara de sol” y los gobernantes eran asociados con
él, en ocasiones llevaban el nombre del astro como parte de su mismo nombre a
manera de título. La palabra K´in engloba además otros significados, como el de
la flor que es su símbolo, el de día y en sí, el del tiempo. Al asociarse a los
gobernantes con el sol, ellos se vuelven el tiempo mismo y de allí que en las
cuentas del tiempo éste se “asienta” al igual que los gobernantes al asumir el
poder, un concepto muy importante para entender los fines de ciclos en su real
dimensión.
La Luna
La Luna está representada como
una mujer cargando a un conejo y se le llama u en los diccionarios yucatecos.
Los pueblos Mayas le dan un nombre distinto según la posición o fase en la que
se encuentra. Su período sinódico (o ciclo en el cual los cuerpos celestes,
vistos por un observador en la tierra, regresan a una posición de “inicio”) es
de aproximadamente 29.5 días y fue calendarizado en una serie de cuentas que
aparecen en la Cuenta Larga.
Venus
Venus es el tercer cuerpo celeste
más brillante en el firmamento y es uno de los astros más representados e
importantes en el arte Maya. Es posible que haya sido considerado como el
hermano mayor del Sol. Sus imágenes están asociadas a la guerra y a la
agricultura y era, además, un anunciador de eclipses. Los ciclos registrados
para Venus en el Códice de Dresde no corresponden exactamente con los cálculos
actuales. Esta alteración en los números permite que el movimiento de Venus
pueda ser seguido por medio del calendario lunar y a su vez con el calendario
de 360 días, por lo que se considera que había mayor interés en un calendario
de rituales asociados a Venus que en la exactitud astronómica.
Marte
Marte estuvo representado en
ocasiones como un venado (quizás por su coloración rojiza?) y también por una
deidad que aparece en relación a los períodos de lluvia en el Códice de Dresde.
Júpiter
Júpiter tiene fuertes conexiones
con el Dios K y la deidad GII que posiblemente es el hermano menor del
Sol. El Dios K, patrono de las
dinastías, aparece en relación a los gobernantes y la celebración de períodos
conocidos como K´atunes.
Otros cuerpos celestes y
conceptos cósmicos fueron observados y en algunos casos registrados en los
textos esculpidos y escritos. Entre
ellos la eclíptica, que es la ruta trazada por el Sol en su paso por el cielo, la
cual está asociada al mito de creación en el cual la superficie de la tierra es
dividida en cuatro secciones. La Vía Láctea aparece en innumerables relatos en
los distintos grupos Mayas de la actualidad y es comúnmente vista como un
“camino” o incluso un “río” el cual tiene asociaciones fuertes con las
temporadas del año, debido a que su movimiento traza bien estas
divisiones.
Los astros conocidos en tiempos
prehispánicos constituyeron la fuente de las observaciones astronómicas que
dieron paso, a su vez, a la creación de los calendarios o viceversa.
*Lo que está en paréntesis es nuestro.
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