Hermanos y hermanas:
Este año es importante reflexionar sobre nuestros orígenes,
nuestra misión y nuestro proceder; no solo como practicantes de la Espiritualidad
Maya en Guatemala; sino también en el qué hacer de los que tenemos la Sagrada
responsabilidad de llevar el conteo del tiempo o Ajq’ij. En esta línea de
reflexión el Tata (titulo de dignidad para el Ajq’ij) Felipe Mejía nos presenta
este articulo metódico, lleno de lineamientos que son transmitidos de forma
oral y en herencia cultural y espiritual como una forma de rescate a esta forma
de conducirnos.
Esperamos que el articulo sea para la reflexión profunda y para
compartir sobre nuestra sagrada misión en el acompañamiento humano y espiritual
de las personas que confían en nosotros
Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala
LA MISION DEL AJQ’IJ
Kajkan Felipe Mejia Sepet
Consejo de Autoridades
Ancestrales Mayas “Kaji’ Imox – B’eleje’ K’at”
Cada persona a través de su cuerpo-mente-corazón-wäch
q’iji (nawal)(1), tiene diferente actitud ante la vida interior y
exterior, además de influir en ella su entorno, su medio ambiente. Es por ello
que también existe otra forma de ver las enfermedades.
La enfermedad es inevitable cuando
la vida pierde significado y se olvida de que se está conectado al “todo”. El
miedo o la pérdida de la persona amada, la pérdida de la alegría y la confianza
en si mismo perjudican la salud. De esa manera que la vida-energía comienza a
retirarse del cuerpo. Así que, lo que puede ser “enfermedad” para la medicina
occidental, pueden ser fenómenos de problemas básicos en la vida.
La pérdida de la energía básica
es la causa principal de enfermedad y de muerte. El q’ij alaxïk o wäch q’ij
(nawal), la luz, la estrella o el destino que le fue otorgada al ser humano
desde el día de su nacimiento pierde su sol, su luz (pierde su norte) de
distintas maneras según lo vemos desde la cosmovisión maya. Eso no lo mencionan
los libros de medicina occidental moderna; pero la “violación” de la armonía y
el equilibrio de la persona que se manifiesta a través de su wäch q’ij se
reflejará con pesimismo, disminución inmunológica, cáncer, diabetes y muchas
otras enfermedades de suma gravedad. Esto ocurre después de algún grave fracaso
sentimental, profesional, alguna impresión bastante fuerte, un estado mental
negativo o algún otro tipo de ruptura significativa.
En ese momento es que
interviene el/la Ajq’ij (guía espiritual maya) y es quien crea un enlace
invisible de poder con los seres superiores y con quien va a curar. Los
rituales, los instrumentos, los materiales ceremoniales, las maniobras médicas
para el cuerpo, los ruegos, la concentración mental, la medicina usada
ancestralmente son el refuerzo de la ceremonia de curación del que hará uso en
ese momento. Hay quienes llaman amor a ese vínculo pues surge del deseo de
ayudar con todo el corazón y sanar completamente a los demás.
Como seres humanos que vemos la
realidad de cierta manera, hemos invertido nuestra fe en lo que nuestros
sentidos nos indican que es real. En la sociedad es real la cirugía, los
medicamentos y, hasta cierto punto, las vitaminas. Pero por otra parte, lo real
es la música ancestral, los tambores, el uso de objetos curativos, el limpiar
en puntos específicos, el uso de cristales, de plantas medicinales, etc. Todo
lo mencionado contiene energía, a menudo bastante imperceptible, pero es
distinguida por los sentidos y, por lo consiguiente, determina cambios físicos.
Sin embargo, además del poder de los sentidos, los ajq’ija’ reconocen que el
poder del corazón, las palabras y el escuchar atentamente a las personas
influye demasiado en la vida del curado. Esa misma actitud de enlace es como el
la ajq’ij se comunica con todas las manifestaciones de la naturaleza y el
universo en general.
El curador que se duele con el
herido, la mujer o el hombre conocedor de la fuerza espiritual (energía),
facilita el momento de la unión entre el curador y el curado, alcanzando las
dimensiones interiores del espíritu con su propia fuerza de voluntad. De este
modo, mostrando el camino, el curador ayuda al curado a recordar lo olvidado,
del que muchas veces ha surgido su enfermedad.
El ajq’ij que viaja por el
mundo del espíritu, de la intangibilidad y conoce el mundo de los sueños sabe
que la mente y su fuerza genera el más cruel de los dolores, puede paralizar y
matar con el convencimiento que el mismo ser humano genera desde si mismo. Son
incontables los casos de personas que fallecen, no a causa de su enfermedad,
sino del miedo. Buscan apoyo en la medicina de uso común y respuestas que las
puedan orientar en su viaje a través de la enfermedad, pero con demasiada
frecuencia no las encuentran.
La fuerza de la mente positiva
entonces, tiene mucho que ver con el recurso curativo. No hay nada escrito en
la historia de la medicina, ni en los descubrimientos de la ciencia moderna que
lo contradiga. La información que poseemos sobre la salud y la enfermedad
proviene en mayor o menor grado a través de los sueños, las visiones y otros
productos del corazón y de la mente que a cualquier otro fenómeno.
Existe una realidad inseparable
entre la mente y el cuerpo, y eso puede generar control fisiológico. Ningún
pensamiento se deja de marcar corporalmente; ninguna señal corporal tiene lugar
sin ser registrada por la mente.
Los instrumentos destinados
para utilizar la imaginación con propósitos curativos y diagnósticos reciben
nombres distintos. Pueden ser conocidos como hipnosis, trance, meditación,
viajes chamánicos, oración, etc. Sea cual sea su nombre, lo que se necesita en
el momento es abrir un pequeño espacio dentro del mundo ordinario, dentro de la
realidad como la percibimos para poder oír de un modo inconsciente los mensajes
procedentes del propio complejo cuerpo/mente/corazón/wäch q’ij. Ese pequeño
espacio permite una comunicación con una mente conectada al universo, un poder
superior, una consciencia colectiva, aquello que da sentido (na’oj), sustancia
(ruk’u’ux) y orientación (ruchojmil qab’ey) a la vida. Dicho momento en sí
constituye el inicio y el propósito de la curación.
Lo más importante del mundo de
la espiritualidad maya y del mundo en general debiera ser el aprender a respetar
la particularidad del camino de cada persona, así como debiera respetarse el
entorno, la naturaleza ya que somos parte de un “todo”. La realidad es que una
misma enfermedad es distinta y con propósito diferente en las personas. Pero
sea cual sea el método de tratamiento, debe utilizarse con compasión, amor y
buen juicio.
De eso surge algunos
compromisos que debieran implementar en su vida cada ajq’ij:
Compartir el conocimiento que
reciben de la gente que auxilian, porque de esa manera se liberan del cúmulo de
energía que han captado, además de cooperar en la creación de un sistema
unificado para ayuda colectiva en el futuro.
Satisfacer la necesidad de la
tarea de innovación que el wäch q’ij del ajq’ij trae por misión el cual se
adquiere en la convivencia y el intercambio con otros ajq’ija’ ya que de esa
manera también puede obtener varios puntos de vista en relación a la curación.
Cuando existe frustración en el la ajq’ij es porque absorbe la energía del
curado el cual puede conducirlo al desastre si no sabe reencauzarlo.
Ser capaz de ayudar a las
personas a alcanzar mayor claridad de conciencia y que a través de su
enfermedad y curación pueda obtener la paz y la armonía. Sobre todo, que el
mismo ajq’ij primeramente trabaje en su propio equilibrio y armonía para ser
consecuente no solo con sus palabras sino también con su actitud.
No debe aumentar la confusión y
el sufrimiento del afectado para su propio beneficio.
El trabajo del ajq’ij es
comunal y por lo tanto debe tener en cuenta el juicio de los demás porque ha
adquirido un compromiso de servir y no podría “servir” si no es porque los
demás lo respetan y creen en él-ella . Su trabajo como fisioterapeuta tiene una
importante fuente de poder. De tal compromiso es que surge la imagen de que
dicha persona es una autoridad en su comunidad.
Todos los ajq’ija’, así como
tienen el derecho de ejercer la misión encomendada desde la especialidad de su
día de nacimiento sin que otra práctica espiritual las condicione, así también
tienen el compromiso de buscar el raxnaqil (una persona completa-la
perfección), y así ser él-la ser human@ a quien todos tengan como un ejemplo
bueno de imitar y seguir.
En un mundo en el que todo está
siendo cada vez más confuso y más oscuro, esa debiera ser la misión de cada uno
de los ajq’ija’, ser el reflejo de la luz que el Creador nos ha confiado a
través de nuestro Ch’umilal (la luz de nuestro destino) para curar, no solo el
cuerpo físico sino también apoyar en la trascendencia de nuestros hermano@s.
Iximché, Tecpán Guatemala,
enero de 2009
1. El q’ij alaxïk o wäch q’ij:
es lo que comúnmente se le denomina nawal en algunas áreas del territorio maya
y por personas que aún no están inmersas en la práctica de la cosmovisión maya,
sobre todo en el uso de algún idioma maya.
Muy buena información, Gracias por compartirla, me gustaría conocer y aprender mas, hoy he aprendido que un Ajq´ij es un guía espiritual y quien lleva el conteo del tiempo, que Nawual es cuerpo-mente-corazón y que su nombre es q`ij alaxik o wäch q´ij Na´oj es lo que da sentido, Ruk´u´ux es la sustancia; y la Orientación de la vida se llama Ruchojmil qab´ey; la persona perfecta es Raxnaqil y nuestro destino es Ch´umilal.
ResponderEliminarMil Gracias amigos