La Conquista de Guatemala
Una lectura desde fuentes primarias
Julio
David Menchú
Profesor
de Historia
Ajq’ij
Maya K’iche’
Este conjunto de lecturas constituyen una fuente
de información; ya que son diversos tipos de documentos o fuentes primarias,
que desde distintas ópticas nos ofrecen una visión y fuente de información necesaria
para conocer con una óptica más amplia la Conquista de Guatemala y Centro
América. Este documento se presentan varios fragmentos de documentos originales
que fueron escritos por los actores directos de la conquista (o la invasión), y
trata de rescatar a los diversos actores sociales en conflicto: Castellanos (o españoles)
y los pueblos Mayas, para al finar tener en palabras de Miguel de León Portilla "La Visión de los Vencidos".
Quisiera dedicar a mi maestra universitaria y amiga M.A. María del Carmén Pinto Morán quién en la clase de Historiografía de Guatemala nos enseño a ver más allá de los documentos y darles carne.
Espero que este pequeña recopilación pueda ser utilizada para la enseñanza de la historia, pensando en aquellos profesores que buscan construir conocimiento en sus estudiantes.
Los documentos
guardan la ortografía y los términos empleados de la época.
I
BREVÍSIMA
RELACIÓN DE LA DESTRUCCIÓN
Brevísima relación de la destruición de las Indias, colegida por el
obispo don fray Bartolomé de Las Casas o Casaus, de la orden de Santo Domingo,
año 1552
(…)
Descubriéronse las Indias en el año de
mil y cuatrocientos y noventa y dos. Fuéronse a poblar el año siguiente de
cristianos españoles, por manera que ha cuarenta e nueve años que fueron a
ellas cantidad de españoles; e la primera tierra donde entraron para hecho de
poblar fué la grande y felicísima isla Española, que tiene seiscientas leguas
en torno. Hay otras muy grandes e infinitas islas alrededor, por todas las
partes della, que todas estaban e las vimos las más pobladas e llenas de
naturales gentes, indios dellas, que puede ser tierra poblada en el mundo. La
tierra firme, que está de esta isla por lo más cercano docientas e cincuenta
leguas, pocas más, tiene de costa de mar más de diez mil leguas descubiertas, e
cada día se descubren más, todas llenas como una colmena de gentes en lo que
hasta el año de cuarenta e uno
(1541)
se ha descubierto, que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o
la mayor cantidad de todo el linaje humano.
Todas estas universas e infinitas
gentes a todo género crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces,
obedientísimas y fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien
sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni
bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear
venganzas, que hay en el mundo. Son asimismo las gentes más delicadas,
flacas y tiernas en complisión e que menos pueden sufrir trabajos y que más
fácilmente mueren de cualquiera enfermedad, que ni hijos de príncipes e señores
entre nosotros, criados en regalos e delicada vida, no son más delicados que
ellos, aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores.
(…)
En estas ovejas mansas, y de las
calidades susodichas por su Hacedor y Criador así dotadas, entraron los españoles, desde
luego que las conocieron, como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos
días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta
hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas,
afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas e varias e
nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, de las cuales
algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado, que habiendo en la isla Española
sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales de ella
docientas personas. La isla de Cuba es cuasi tan luenga como desde
Valladolid a Roma; está hoy cuasi toda despoblada. La isla de Sant Juan e la de
Jamaica, islas muy grandes e muy felices e graciosas, ambas están asoladas. Las
islas de los Lucayos, que están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte
del Norte, que son más de sesenta con las que llamaban de Gigantes e otras
islas grandes e chicas, e que la peor dellas es más fértil e graciosa que la
huerta del rey de Sevilla, e la más sana tierra del mundo, en las cuales había
más de quinientas mil ánimas, no hay hoy una sola criatura. Todas las mataron
trayéndolas e por traellas a la isla Española, después que veían que se les
acababan los naturales della. Andando en navío tres años a rebuscar por ellas
la gente que había, después de haber sido vendimiadas, porque un buen cristiano
se movió por piedad para los que se hallasen convertirlos e ganarlos a Cristo,
no se hallaron sino once personas, las cuales yo vide. Otras más de treinta
islas, que están en comarca de la isla de Sant Juan, por la misma causa están
despobladas e perdidas. Serán todas estas islas, de tierra, más de dos mil
leguas, que todas están despobladas e desiertas de gente.
(…)
La causa por que han muerto y
destruído tantas y tales e tan infinito número de ánimas los cristianos ha sido
solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy
breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas
(conviene a saber): por la insaciable
codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser
pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas, e las gentes tan
humildes, tan pacientes y tan fáciles a sujetarlas; a las cuales no han tenido
más respecto ni dellas han hecho más cuenta ni estima…
II
VERDADERA
Y NOTABLE RELACION DEL DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Y
GUATEMALA.
COMIENZA LA RELACIÓN
DE LA HISTORIA.
Bernal Díaz del Castillo, vecino
y regidor de la muy leal ciudad de Santiago de Guatemala, uno de los primeros
descubridores y conquistadores de la Nueva España y sus provincias y Cabo de
Honduras e Higueras que en esta tierra
así se nombra, natural de la muy noble e insigne villa de
Medina del Campo, hijo de
Francisco Díaz del Castillo, regidor que fue de ella, que por otro nombre le
llamaban ¡el Galán!, y de María Díez Rejón, su legítima mujer, que hayan santa
gloria, por lo que a mí me toca y a todos los verdaderos conquistadores mis
compañeros que hemos servido a Su Majestad así en descubrir y conquistar y
pacificar todas las provincias de la Nueva España, que es una de las buenas
partes descubiertas del Nuevo Mundo, lo cual descubrimos a nuestra costa, sin
ser sabedor de ello Su Majestad.
(…)
CÓMO
LLEGAMOS AL RÍO DE GRIJALVA, Y DELA GUERRA QUE NOS DIERON
El doce
de marzo llegamos con toda la armada al río de Grijalva, que se dice tabasco, y
como sabíamos ya,
de cuando lo de Grijalva que en aquel puerto y río no podían entrar los navíos
de mucho porte, surgieron en la mar los mayores, y con los más pequeños y los
bateles fuimos todos los soldados a desembarcar a la punta de los Palmares,
como cuando con Grijalva, que estaba del pueblo de Tabasco obra de media legua.
Andaban por el río y en la
ribera y entre unos mimbrales todo lleno de indios guerreros, de los cual nos
maravillamos los que habíamos venido con Grijalva; y además de esto, estaban
juntos en el pueblo más de doce mil guerreros aparejados para darnos guerra;
porque en aquella sazón aquel pueblo era de mucho trato, y estaban sujetos a él
otros grandes, y todos los tenían apercibidos con todo género de armas.
La
causa de ello fue porque los de Potonchán y los de Lázaro y otros pueblos
comarcamos los tuvieron por cobardes, y se lo daban en rostro, por causa que
dieron a Grijalva las joyas de oro que antes he dicho, y que de medrosos no nos
osaron dar guerra, pues eran más pueblos y tenían más guerreros que no ellos; y
todo esto les decían por afrentarlos, y que sus pueblos nos habían dado guerra
y muerto cincuenta y seis hombres. Por manera que con aquellas palabras que les
habían dicho se determinaron a tomar armas.
Cuando Cortés los vio puestos de aquella manera, dijo a
Aguilar, la lengua, que entendía bien la de Tabasco, que dijese a unos indios
que parecían principales, que pasaban en una gran canoa cerca de
nosotros,
que para qué andaban tan alborotados, que nos les veníamos a hacer ningún mal,
sino decirles que les queremos dar de lo que traemos como a hermanos, y que les
rogaba que mirasen no comenzasen la guerra, porque les pesaría de ello; y les
dijo otras muchas cosas acerca de la paz. Mientras más les decía
Aguilar, másbravosos se mostraban, y decían que nos matarían a todos si
entrábamos en su pueblo, porque le tenían muy fortalecido todo a la redonda de
árboles muy gruesos de cercas y albarradas.
Volvió
Aguilar a hablarles con la paz, y que nos dejasen tomar agua y comprar de comer
a truecode nuestro rescate, y también a decir a los calachonis cosas que sean
de su provecho y servicio de Dios Nuestro Señor. Y todavía ellos a porfiar que
no pasásemos de aquellos palmares adelante, si no que nos matarían.
Cuando
los indios guerreros que estaban en la costa y entre los mimbrales vieron que
de hecho íbamos, vienen sobre nosotros con tantas canoas al puerto a donde
habíamos de desembarcar, para defendernos que no saltásemos en tierra, que en
toda la costa no había sino indios de guerra con todo género de armas que entre
ellos se usan, tañendo trompetillas y caracoles y atabalejos.
Desde
que sí vio la cosa, mandó Cortés que nos detuviésemos un poco y que no soltasen
ballesta ni escopeta ni tiros; y como todas las cosas quería llevar muy
justificadas, les hizo otro requerimiento delante de un escribano del rey, y
por la lengua de Aguilar, para que nos dejasen saltar en tierra y tomar aguay
hablarles cosas de Dios y de Su Majestad; y que si guerra nos daban y por
defendernos algunas muertes hubiese u otros cualesquiera daños, fuesen a su
culpa y cargo, y no a la nuestra. Y ellos todavía haciendo muchos fierros, y
que no saltásemos en tierra, si no que nos matarían. Luego comenzaron muy
valientemente a flechar y a hacer sus señas con sus tambores, y como esforzados
se vienen todos contra nosotros, y nos cercan con las canoas, con tan gran
rociada de flechas, que nos hicieron detener en el agua hasta la cintura, y en
otras partes no tanto.
Como
había allí mucha lama y ciénaga no podíamos tan presto salir de ella, y cargan
sobre nosotros tantos indios, que con las lanzas a manteniente y otros a
flecharnos, hacían que no tomásemos tierra tan presto como quisiéramos; y
también porque en aquella lama estaba Cortés peleando, se le quedó un alpargate
en el cieno que no le puedo sacar, y descalzo el un pie salió a tierra, y luego
le sacaron el alpargate y se calzó.
Peleaban
muy valientemente y con gran esfuerzo, dando voces y silbidos, y decían: ¡Al
calacheoni, al calacheoni!, que en su lengua mandaban que matasen o prendiesen
a nuestro capitán. Les llevamos retrayendo, y ciertamente que como buenos
guerreros nos iban tirando grandes rociadas de flechas y varas tostadas, y
nunca volvieron de hecho las espaldas hasta un gran patio donde estaban unos
aposentos y salas grandes, y tenían tres casas de ídolos, y ya habían llevado
cuanto hato había.
En
los cúes de aquel patio mandó Cortés que reparásemos y que no fuésemos más en
seguimiento del alcance, pues iban huyendo, y allí tomó Cortés posesión de
aquella tierra por Su Majestad, y él en su real nombre. Y fue de esta manera:
Que desenvainada su espada dio tres cuchilladas en señal de posesión en un
árbol grande, que se dice ceiba, que estaba en la plaza de aquel gran patio, y
dijo que si había alguna persona que se lo contradijese, que él lo defendería
con su espada y una rodela que tenía embrazada. Y todos los soldados que
presentes nos hallamos cuando aquello pasó respondimos que era bien tomar
aquella real posesión en nombre de Su Majestad, y que nosotros seríamos en
ayudarle si alguna persona otra cosa contradijere. Ante un escribano del rey se
hizo aquel auto. Allí dormimos aquella noche con grandes velas y escuchas.
III
CARTA DE RELACIÓN HECHA POR PEDRO DE ALVARADO A HERNANDO CORTEZ
Á Hernando Cortes, en que se
refieren las Guerras y Batallas, para pacificar las provincias de Chapotulan,
Chacialtenango y ütlatan, la quema de su Cacique y nombramiento desus hijos
para sucederle: Y de tres Sierras de Acije, Azufre y Alumbre.
Señor:
De Soconusco escribí á Vuestra Merced
todo lo que hasta allí me había sucedido, y aun algo de lo que se esperaba
haber adelante; y después de haber enviado mis mensajeros á esta tierra,
haciéndolessaber como yo venía á ella á conquistar y pacificar las provincias,
que so el dominio de su Magestad no se quisiesen meter, y á ellos como á sus
vasallos, pues por talesse habían ofrecido á Vuestra Merced, les pedía favor y
ayuda por su tierra, que haciéndolo así, que harían como buenos y leales
vasallos de su Magestad; y que de mí y de los españoles de mi compañía serían
muy favorecidos y mantenidos en toda justicia; y donde no, que protestaba de
hacerles la guerra, como á traidores rebelados y alzados contra el servicio del
Emperador nuestroSeñor; y que por tales los daba y demás de esto daba por
esclavos a todos los que á vida se tomasen en la guerra; y después de hecho
todo esto, y despachado los Mensajeros de sus naturales y propios, yo hice
alarde de toda mi gente de pié y de caballo; y otro día Sábado de mañana me
partí en demanda de su tierra y anduve tres días por un monte despoblado: y
estando asentado real la gente de velas que yo tenía puestas, tomaron tres
espías de un pueblo de su tierra, llamado Zapotulan; a los cuales pregunté qué
á que venían? Y me dijeron que á coger miel, aunque notorio fue que eran
espías, según adelante pareció; y no obstante todo esto yo no los quise
apremiar antes los halague y les di otro mandamiento y requerimiento como el de
arriba y los envió á los Señores del dicho pueblo, y nunca á ello ni á nada me
quisieron responder; y después de llegado a este pueblo, halló todos los
caminos abiertos y muy anchos así el real, como los que atravesaban y los
caminos que iban á las calles principales tapados y luego juzguó su mal
propósito y que aquelloestaba hecho para pelear, y allí salieron algunos de
ellos á mí enviados y me decían desde lejos que me entrase en el pueblo a
aposentar, para mas á su placerdar nos la guerra, como la tenían ordenada, y
aquel día asentó real junto allí al pueblo hasta calar la tierra, á ver el
pensamiento que tenían: y luego aquella tarde no pudieron encubrir su mal propósito y me
mataron ó hirieron gente, de los indios de mi compañía; y como me vino el
mandado yo envió gente de a caballo á correr el campo, y dieron en mucha gente
deguerra la cual peleó con ellos, y aquela tarde hirieron ciertoscaballos.
E otro día fui a ver el camino
por donde había de ir, y vi como digo, también gente de guerra; y la tierra era
tan montosa de cacaguatales y arboleda que era mas fuerte para ellos, que no
para nosotros, y yo me retraje al Real; y otro día siguient e me partí con toda
la gente á entrar en el pueblo y en el camino estaba un rio de mal paso, y
tenían lo los indios tomado, y allí peleando con ellos se lo ganamos: y sobre
una barranca del rio, en un llano esperó la rezaga, porque erapeligroso el
pasoy traía mucho peligro, aunque no traía todo el mejor recado que podía.
Y estando como digo, en
la barranca, vinieron por muchas partes por los montes y me tornaron á
acometer, y allí los resistimos asta tanto, que pasó todo el fardaje: y después
de entrados en las casas dimos en las gentes, y siguióse el alcance hasta pasar
el mércado, y media legua adelante, y después volvimos á asentar Real en el
Mercado, y aquí estuve dos días corriendo la tierra, y á cabo de ellos me partí
para otro pueblo, llamado Quezaltenango, y aqueste dia pasó dos rios muy malos,
de Peña tajada, y al líhicimos paso con mucho trabajo, y comenzó á subir un
Puerto que tiene seis leguas de y en la mitad del camino asentó Real aquella
noche; y el puerto era tan agro que apenas podíamos subir los caballos: ó otro
día de mañana seguí mi camino y encima de un Rebenton halló una muger
sacrificada y un perro, y según supe la lengua, era un desafío; ó iendonos
adelante alió en un paso muy estrecho una albarrada de palizada fuerte, y en
ella no había gente ninguna, y acabado de subir el puerto llevaba todos los
ballesteros y peones delante de mí, porque los caballos no se podían mandar,
por ser fragoso el camino, salieron obra de tres ó cuatro mil hombres de guerra
sobre una barranca, y dieron en gente de
los amigos y retrajóronla abajo, y luego los ganamos: y estando arriba
recojiendo la gente para rehacerme, vi mas de treinta mil hombres que venían á
nosotros y plugo á Dios que allí hallamos unos llanos y aunque los caballos
iban cansados y fatigados delpuerto,los esperamos hasta tanto que llegaron a
echarnos flechas y rompimos en ellos, y comonunca habían visto caballos
cobraron mucho temor, y hicimos un alcance muy bueno y los derramamos y
murieron muchos de ellos y allí esperó da la gente y nos recojimos y fuimos á
apasentar una legua de allí á unas fuentes de agua, porque allí no la teníamos
y la sed nos aquejaba mucho, que según íbamos cansados, donde quiera tomáramos
por buen asiento, y como eran llanos yo tome la delantera con treinta de
caballo; y muchos de nosotros llevábamos caballos de refrezco y toda la gente
demás venía hecha un cuerpo, y luego bajé á tomar el agua.
Estando apeados bebiendo, vimos
venir mucha gente de guerra á nosotros, y dejámosla llegar, que venían por unos
llanos muy grandes y rompimos con ellos, y aquí hicimos otro alcance muy grande
donde hallamos gente, que esperaba uno de ellos á dos de caballo, y seguimos el
alcance bien una legua, y llegabansenos ya á una sierra y allí Hicieron rostro
y yo me puse en huida con ciertos de
caballo, por sacarlos al campo, y salieron con nosotros hasta llegar á las
colas de los caballos, y después que me rehice con los de caballo, do vuelta sobre ellos, y aquí
Se hizo un alcance y castigo muy
grande, en esta murió uno de los cuatro Señores de esta Ciudad de Vilatan, que
venía Por Capitán General de toda latierra y yo me retraje á las fuentes y allí
asentó Real aquella noche, harto fatigados y españoles heridos y caballos; y
otro día de mañana me partí para el pueblo de Quezaltenango, que estaba una
legua, y con el castigo de antes le halló despoblado y no persona ninguna en
ól, y allí me aposentó y estuve
reformándome y corriendo la tierra, que es tan grande población como
Tascalteque y en las labranzas ni mas ni menos y friísima en demasía, y al
cabode tres días que había que estaba allí, un jueves á medio día asomó mucha
multitud de gente en muchos cabos, que según supe de ellos mismos, eran de
dentro de esta Ciudad doce mil y de los pueblos comarcanos y de los demás dicen
que no se pudo contar; y desque los vi puse la gente en orden y yo salí á
darles la batalla en la mitad de un llano que tenia tres leguas de largo, con
noventa de caballo, y dejé gente en el Real que le guardase que podria ser un
tiro de ballesta de Real no mas, y allí comenzamos á romper por ellos y los
desvaratamospor muchas partes, y les seguí al
alcance dos leguas y media, hasta tanto que toda la gente había rompido,
que no llevaba yanada por delante y
después volvimos sobre ellos y nuestros amigos y los peones hacían una
destrucción, la mayor delmundo, en un arroyo y cercaron una sierra rara donde
se acogieron, y subiéronles arriba y tomaron todos los que allí se habían
subido.
Aqueste dia se matóy prendió
mucha gente, muchos de los cuales eran capitanes y Señores y personas
señaladas, é desque los Señores de esta Ciudad supieron que su gente era
desvaratadaacordaron ellos y toda la tierray convocaron muchas otras provincias
para ello y á sus enemigos dieron parias, y los atrajeron para que todos se
juntasen y nos matasen, y concertaron de enviarnos á decir que querían ser
buenos, y que de nuevo daban la obediencia al emperador nuestro Señor, y que me
viniese dentro á esta Ciudad de Vilatan, como después me trajeron y pensaron
que me aposentaría dentro yque después de aposentados una noche darían fuego á
la Ciudad yque allí nos quemarían á todos, sin podérselo resistir, como de
hecho llegaron á en efecto su mal propósito, sino que Dios Nuestro Señor no
consiente que estos infieles hayan victoria contra nosotros, porque la ciudad
es muy fuerte en demasía, y notiene sino dos entradas; la una de treinta y
tantosescalones de piedra muy alta: y por la otra parte una calzada, hecha á
mano, y mucha parte de ella ya cortada, para aquella noche acabarla de cortar,
porque ningún caballo pudiera salir á la tierra; y como la Ciudad es muy junta
y las calles muy angostas, en ninguna manera nos pudiéramos sufrirsin
ahogarnos, ó por huir del fuego despeñarnos.
Y como subimos, que yo me vi
dentro y la fortaleza tan grande, y que dentro de ella no nos podríamos
aprovechar de los caballos, por ser las calles tan angostas y encaladas,
determiné luego de salirme de ella á lo llano; muy angostas, en ninguna manera
nos pudiéramos sufrirsin ahogarnos, ó por huir del fuego despeñarnos.
Y como subimos, que yo me vi
dentro y la fortaleza tan grande, y que dentro de ella no nos podríamos aprovechar
de los caballos, por ser las calles tan angostas y encaladas, determiné luego
de salirme de ella á lo llano; aunque para ello los Señores de la Ciudad me lo
contradecían; y me decían que me
asentase á comer y que luego me iría por tener lugar de llegar á efecto su
propósito: y como conocí el peligro en que estábamos, envié luego gente delante
a tomar la calzada y puentepara tomar latierra llana; y estaba ya la calzada en
tales términos que apenas podía subir un caballo; y al rededor de la Ciudad había
mucha gente de guerra; y como me vieron pasado á lo llano se arredraron, no
tanto que yo no recibí mucho daño de ellos, y yo lo disimulaba todo, por
prender á los Señores que ya andaban ausentados; y por mañas que tuve con ellos
y con dádivas que les di muy angostas, en ninguna manera nos pudiéramos
sufrirsin ahogarnos, ó por huir del fuego despeñarnos. Y como subimos, que yo
me vi dentro y la fortaleza tan grande, y que dentro de ella no nos podríamos
aprovechar de los caballos, por ser las calles tan angostas y encaladas,
determiné luego de salirme de ella á lo llano; aunque para ello los Señores de
la Ciudad me lo contradecían; y me decían que me asentase á comer y que luego
me iría por tener lugar de llegar á efecto o su propósito: y como conocí el peligro
en que estábamos,envié luego gente delante a tomar la calzada y puente para
tomar latierra llana; y estaba ya la calzada en tales términos que apenas podía
subir un caballo; y al rededor de la Ciudad habia mucha gente de guerra; y como
me vieron pasado á lo llano se arredraron, no tanto que yo no recibí mucho daño
de ellos, y yo lo disimulaba todo, por prender á los Señores que ya andaban
ausentados; y por mañas que tuve con ellos y con dádivas que les di para mas
asegurarme, yo los prendí y presos los tenia en mi posada, y no por eso los
suyos dejaban de me darguerra por los alrededores, y me herían y mataban muchos
de los indios que iban por yerba; y un español cojiendo yerba á un tiro de
ballesta delReal, de encima de una barranca le echaron una galga y lo mataron:
y es la tierra tan fuerte de quebradas, que hay quebradas que entra
doscientosestados de hondo, y por estas quebradas no pudimos hacerles la guerra
ni castigarlos como ellos merecían: y viendo que con correrles la tierra y
quemársela yo los podría traer al servicio de Su Magestad determiné de quemar á
los Señores; los cuales dijeron al tiempo que los quería quemar, como parecerá
por suspara mas asegurarme, yo los prendí y presos los tenia en mi posada, y no
por eso los suyos dejaban de me darguerra por los alrededores, y me herían y
mataban muchos de los indios que iban por yerba; y un español cojiendo yerba á
un tiro de ballesta delReal, de encima de una barranca le echaron una galga y
lo mataron: y es la tierra tan fuerte de quebradas, que hay quebradas que entra
doscientosestados de hondo, y por estas quebradas no pudimos hacerles la guerra
ni castigarlos como ellos merecían: y viendo que con correrles la tierra y
quemársela yo los podría traer al servicio de Su Magestad determiné de quemar á
los Señores; los cuales dijeron al tiempo que los quería quemar, como parecerá
por sus aunque para ello los Señores de la Ciudad me lo contradecían; y me
decían que me asentase á comer y que luego me iría por tener lugar de llegar á
efecto su propósito: y como conocí el peligro en que estábamos, envié luego gente delante a tomar la calzada y
puentepara tomar latierra llana; y estaba ya la calzada en tales términos que
apenas podía subir un caballo; y al rededor de la Ciudad habia mucha gente de
guerra; y como me vieron pasado á lo llano se arredraron, no tanto que yo no
recibí mucho daño de ellos, y yo lo disimulaba todo, por prender á los Señores
que ya andaban ausentados; y por mañas que tuve con ellos y con dádivas que les
di para mas asegurarme, yo los prendi y presos los tenia en mi posada, y no por
eso los suyos dejaban de me darguerra por los alrededores, y me herían y
mataban muchos de los indios que iban por yerba; y un español cojiendo yerba á
un tiro de ballesta delReal, de encima de una barranca le echaron una galga y
lo mataron: y es la tierra tan fuerte de quebradas, que hay quebradas que entra
doscientosestados de hondo, y por estas quebradas no pudimos hacerles la guerra
ni castigarlos como ellos merecían: y viendo que con correrles la tierra y
quemársela yo los podría traer al servicio de Su Magestad determiné de quemar á
los Señores; los cuales dijeron al tiempo que los quería quemar, como parecerá
por sus confesiones, que ellos eran los que me hablan mandado hacer la guerra,
y los que la hacian, y de la manera que debían de tener para me quemar en la
Ciudad, y con ese pensamiento me habían traído á ella: y que ellos hablan
mandado á sus vasallos que no viniesen á dar la obediencia al Emperador Nuestro
Señor, ni sirviesen ni hiciesen otra buena obra.
Y como conocí de ellos tener tan
mala voluntad al servicio de su Magestad; y para el bien, sosiego de esta
tierra, yo los quemó y mandé quemar la Ciudad y poner por los cimientos;porque
es tan peligrosa y tan fuerte, que ma parece casa de ladrones que no de
pobladores: y para buscarlos, envió á la Ciudad de Guatemala, que está diez
leguas de esta, á decirle y requerirles de parte de su Magestad, que me
enviasen gente de guerra así para saber de ellos la voluntad que tenían, como
para atemorizar la tierra: y ella fuó buena y dijo que la placía, y para esto
me envió cuatro mil hombres: con los cuales y con los demás que yo tenia, hice
una entrada y los corrí y echó de todasu tierra.
Y viendo el dañoque se les hacia
me enviaron sus mensajeros, haciéndome saber como ya querían ser buenos; y si
habían errado que había sido por mandado de sas señores; y que siendo ellos
vivos, no osaban hacer otra cosa; y que pues ya ellos eran muertos, que me
rogaban que los perdonase;y yo les aseguró las vidas y les mandó que se
viniesen á sus casas y poblasen la tierra como antes; los cuales lo han hecho
así, y los tengo al presente en el estado que antes solíanestar en servicio de
su Magestad: y para mas asegurar la tierra, solté dos hijos de los Señores, á
los cuales puse en la po-sesión de sus padres, y creo harán bientodo lo que
convenga al servicio de su Magestad y al bien de esta tierra.
Y cuanto toca á esto de la
guerra, no hay mas que decir al presente,sino que todos los que en la guerra se
tomaron, se herraron y se hicieron esclavos, de los cuales se dio el quinto de
su Magestad al Tesorero Baltazar de Mendoza; el cual quinto se vendió en
Almoneda, para que mas segura esté la renta de su Magestad.
De la tierra hago saber á Vuestra
Merced, que es templada y sana y muy poblada de pueblos muy recios: y esta
Ciudad es bien brada y fuerte á maravilla y tiene muy grandes tierras de panes
y mucha gente sujeta á ella, la cual con todos los pueblosá ella sujetos y
comarcanos dejo so el yugo y en servicio de la corona Real de su Magestad.
En esta tierra hay una sierra de
Alumbre y otra de Acije y otra de Azufre, el mejor que hasta hoy se ha visto
que con un pedazo que me trajeron sin afinar, ni sin otra cosa hice media
arroba de pólvora muy buena: y por enviar á Argueta, y no querer esperar, no
envió á Vuestra Merced cincuenta cargas de ello; pero su tiempo se tiene para
cada y cuando fuere mensajero.
Yo me parto para la Ciudad de
Guatemala lunes once de Abril, donde pienso detenerme poco, á causa que un
pueblo que está asentado en el agua, que se dice Atitlan, está de guerra, y me
ha muerto cuatro mensajeros; y pienso con la ayuda deNuestro Señor,presto lo atraeremos al
servicio de su Magestad; porq. según estoy informado, tengo mucho que hacer
adelante, y esta causa me daré priesa
por invernar cincuenta ó cien leguas
adelante de Guatemala, donde me dicen y tengo nueva de los naturales de esta
tierra de maravillo- sos y grandes edificios y grandeza de Ciudades que
adelante hay.
También me han dicho que cinco
jornadas adelante de una Ciudad muy grande, que está veinte jornadas de aquí,
se acaba esta tierra y afirmase en ello; si así es, certísimo tengo que es el
estrecho: plegué á Nuestro Señor me dé victoria contra estos infieles, para que
yo los traiga á su servicio ó al de su Magestad.
No quisiera hacer en pedazos esta
relación, sino desde el cabo de todo, porque mas tuviera que decir.
La gente de Españoles de mi
compañía de pié y de caballo, lo han hecho tan bien la guerra que se ha
ofrecido, que son dignos de muchas mercedes.
Al presente no tengo mas que decir que de sustancia sea, sino que
estamosmetidos en la mas recia tierra de gente que se ha visto; y para que
nuestro Señor nos dé victoria, suplico á Vuestra Merced mande hacer una procesión
en esa Ciudad de todos clérigos y frailes para que Nuestra Señora nos ayude;
pues estamos tanapartados de socorro, si de allá no nos viene.
También tenga Vuestra Merced
cuidado de hacer saber á su Magestad como le servimos con nuestras personas,
haciendas y á nuestra costa, lo uno para descargo de la conciencia de Vuestra
Merced, y lo otro para que su Magestad nos haga mercedes.
Nuestro Señor guarde el muy
magnífico estado de Vuestra Merced, por largo tiempo,como desea.
De esta Ciudad de Uclatan á
once de Abril de 1524.
Y según llevo el viaje largo,
pienso me faltará el herraje, si para este verano que viene Vuestra Merced me
pudiere proveer de herraje, será gran bien, y su Magestad será muy servido ea
ello, que agora vale entre nosotros ciento y noventa pesos la docena, y así la
mercamos y pagamos ahora.
Beso las Manos de Vuestra Merced.
Pedro de Alvarado.
IV
Título de la Casa Ixkin-Nejaib ’, Señora del Territorio de Otzoyá
[Otzoya’]
Batalla de Quetzaltenango
Vino el Adelantado Tunadiú a
dormir a un sitio llamado Palajunoj, y antes de que el Adelantado viniese,
fueron trece principales con más de cinco mil indios hasta un sitio llamado
Chuabaj [Chwab’aj].
Allí hicieron un grandioso
cerco de piedras porque no entrasen los españoles, y también hicieron
muchísimos hoyos y zanjas muy grandes, cerrando los pasos y atajando el camino
por donde habían de entrar los españoles, los cuales se estuvieron tres meses en
Palajunoj, porque no podían entrar entre los indios, que eran muchos.
Y luego fue uno del pueblo de Aj Xepach, indio capitán
hecho águila, con tres mil indios, a pelear con los españoles. A media noche
fueron los indios y el capitán hecho águila de los indios llegó a querer matar
al Adelantado Tunadiú, y no pudo matarlo porque lo defendía una niña muy
blanca; ellos harto querían entrar, y así que veían a esta niña luego caían en
tierra y no se podían levantar del suelo. Luego venían muchos pájaros sin pies,
y estos
pájaros tenían rodeada a esta niña, y querían los indios matar a la niña y
estos pájaros sin pies la defendían y les quitaban la vista.
Estos
indios que nunca pudieron matar al Tunadiú ni a la niña se volvieron y tornaron
a enviar a otro indio capitán hecho rayo llamado Izkín Ajpalotz Utzaqib’aljá,
llamado Nejaib’, y este Nejaib’fue a donde estaban los españoles hecho rayo a
querer matar al Adelantado, y así que llegó vido estar una paloma muy blanca
encima de todos los españoles, que los estaba defendiendo, y que tornó a
asegundar otra vez y se le apagó la vista y cayó en tierra y no podía
levantarse. Otras tres veces embistió este capitán a los españoles hecho rayo y
[otras] tantas veces se cegaba de los ojos y caía en tierra. Y como vido este
capitán que no podían entrarles a los españoles, se volvió y dieron aviso a los
caciques de Chiq’umarkaaj diciéndoles cómo habían ido estos dos capitanes a ver
si podían matar al Tunatiuh y que tenían la niña con los pájaros sin pies y la
paloma, que los defendían a los españoles.
Y
luego vino el Adelantado Don Pedro de Alvarado con todos sus soldados y
entraron por Chwara’al; traían 200 indios
tlascaltecas y taparon los hoyos y zanjas que habían hecho y pusieron los
indios de Chwara’al, con lo cual los españoles mataron a todos los indios de
Chwara’al que eran por todos tres mil los indios que mataron los españoles; los cuales traían atados a 200 indios de Xetulul y más que nomataron de los de
Chwara’al, y los fueron atando a todos y los fueron atormentando a todos para
que les dijeran donde tenían el oro. Y vístose los indios atormentados les
dijeron a los españoles que no les atormentaran más, que allí les tenían mucho
oro, plata, diamantes y esmeraldas que les tenían los Capitanes Nejaib’ Izkin, Nejaib’ hecho águila
y león. Y luego se dieron a los españoles y se quedaron con ellos, y este
capitán Nejaib’ convidó a comer a todos los soldados españoles y les dieron a
comer pájaros y huevos de la tierra.
v
ANALES DE LOS
KAQCHIQUELES
SEGUNDA
PARTE
Llegada de los
castellanos a Xetulul.
Durante este año
llegaron los castellanos. Hace cuarenta y nueve años que llegaron los
castellanos a Xepit y Xetulul.
El día 1 Ganel
(20 de febrero de 1524) fueron destruidos los quichés por los castellanos. Su
jefe, el llamado Tunatiuh Avilantaro, conquisto todos los pueblos. Hasta
entonces no eran conocidas sus caras. Hasta hacía poco se rendía culto a la
madera y la piedra.
Habiendo llegado
a Xelahub227 derrotaron allí a los quichés; fueron exterminados todos los
quichés que habían salido al encuentro de los castellanos. Entonces fueron
destruidos los quichés frente a Xelahub.
Luego salieron (los españoles) para la ciudad de Gumarcaah, donde fueron
recibidos por los reyes, el Ahpop y el Ahpop Qamahay, y los quichés les pagaron
el tributo. Pronto fueron sometidos los reyes a tormento por Tunatiuh.
El día 4 Qat (7
de marzo de 1524) los reyes Ahpop y Ahpop Qamahay fueron quemados por Tunatiuh.
No tenía compasión por la gente el corazón de Tunatiuh durante la guerra. En
seguida llegó un mensajero de Tunatiuh ante los reyes (cakchiqueles) para que
le enviaran soldados: «Que vengan los guerreros del Ahpozotzil y el Ahpoxahil a
matar a los quichés», dijo a los reyes el mensajero. La orden de Tinatíuh fue
obedecida al instante y dos mil soldados marcharon a la matanza de los quichés.
" Únicamente partieron los hombres de la ciudad; los demás guerreros no
bajaron a presentarse ante los reyes. Sólo tres veces fueron los soldados a
recoger el tributo de los quichés. Nosotros también fuimos a recibirlo para
Tunatiuh ¡oh hijos míos!
Esperamos que les sea útil para sus clases de historia.
Bibliografía
consultada:
·
Anonimo. El Memorial de Tecpán Atitlán o Anales de los
Cakchiqueles.
·
Alvarado, Pedro. Carta de Relación a Hernán
Cortez. Consultada en:
·
Universidad Mesoamericana. Cosmovisión
MESOAMERICANA. Ediciones Mesoamericnas.2011
·
Universidad Mesoamericana. Cronicas
Mesoamericanas. Tomo II. Ediciones Mesoamericnas. Guatemala. 2009.
·
Imagenes de Pedro de Alvarado
«Alvarado» de Xavier López Medellín -
http://www.motecuhzoma.de/alvarado.html. Disponible bajo la licencia Public
domain vía Wikimedia Commons –